Los padres que no pueden hacer frente al gasto de los manuales son tanto inmigrantes como valencianos en situaciones precarias. Los padres organizan intercambio de material y los docentes prestan el del departamento.
26.11.11 - BEATRIZ LLEDÓ | VALENCIA.
Desde que comenzó este curso, Javier ha acudido a clase
de Historia sin su libro de texto. El profesor le preguntaba por qué no
lo llevaba al aula y el alumno siempre respondía que estaba encargado a
la editorial pero que aún no lo habían recibido. Finalmente, tres meses
después, ha admitido apesadumbrado que sus padres no tienen dinero para
pagarlo. La situación de este estudiante de segundo de la ESO de un
centro de L'Horta Sur no es generalizada pero sí empieza a darse cada
vez con más frecuencia. Sólo en la clase de Javier, tres de sus 21
compañeros se enfrentan a este problema.
«Comenzamos a detectar casos en los centros de la
Comunitat en los que los padres no pueden hacer frente a este gasto por
la situación económica que atraviesan», asevera el presidente de la
Asociación de Directores de Secundaria de la Comunitat (Adies-PV),
Vicente Baggetto.
Ante esta tesitura, los institutos les prestan manuales
que tienen de sobra en los propios departamentos y consiguen otros de
alumnos de cursos anteriores a través de las Ampas. Los padres se
encargan de recuperar libros de pupilos que ya han superado un nivel y
se los dejan a los alumnos necesitados que están en estos momentos en
ese curso. Los progenitores aseguran que el temario es el mismo y que
sólo cambian algunas actividades con lo que pueden «apañarse
perfectamente con ellos».
En los casos en los que los departamentos no tienen
suficientes libros para dejar, los docentes también recurren a
fotocopiar apuntes propios o el porcentaje legal permitido de los libros
de texto.
Otros institutos de la Comunitat han puesto en marcha
diferentes iniciativas para facilitar el uso de los manuales, como
organizar mercadillos solidarios en los que se fomenta el intercambio de
estos materiales de unos cursos a otros e incluso se entregan sin
obtener nada a cambio.
«Nos encontramos con más casos de familias que vienen a
entrevistarse tanto con directores como con tutores y nos exponen sus
problemas económicos», comenta Baggetto, quien apostilla que en el
centro de Sueca en el que está al frente le han llegado tres familias
planteando este problema. Eso sí, antes de ayudarles se comprueba que
la situación descrita es real y una vez confirmada, el equipo directivo
del instituto procede a buscar una solución.
En la actualidad, las ayudas máximas de libros de texto
para estudiantes de Secundaria es de 105 euros. Pero no en todas las
ocasiones se concede esa cantidad y tampoco la prestación va en concreto
para manuales sino para material escolar en general. Además, los padres
aseguran que el dispendio anual ronda los 200 euros con lo que las
ayudas «no lo cubren todo».
Las familias que viven una realidad precaria «son tanto
extranjeras como valencianas, desestructuras y que sufren el problema
del desempleo», resume el presidente de Adies-PV.
Según explican fuentes docentes, los más afectados por
estas situaciones suelen ser los alumnos de los primeros cursos de la
ESO. «En los cursos superiores, los alumnos más desfavorecidos que ya
han cumplido los 16 años se ponen a trabajar y dejan los estudios por lo
que la falta de recursos económicos para adquirir los libros se
concentra en primero y segundo de ESO».
En los colegios públicos de la Comunitat la crisis
también se palpa. No en las dificultades para adquirir los manuales de
texto (por las ayudas de bono libro que suelen concederse en Primaria)
sino en las actividades extraescolares. «Se ha notado mucho que los
padres han dejado de apuntar a sus hijos a cursos fuera del horario
escolar», asegura el director de la Asociación Valenciana de Directores
de Infantil y Primaria (Avdip), Vicente Ripoll.
50 euros anuales
Y como ejemplo, el del colegio Ballester Fandos, del que él está al frente. «Hemos dejado de hacer las actividades de baloncesto, voleibol y ajedrez que hasta ahora desarrollábamos en las escuelas deportivas municipales porque no hay suficientes alumnos», apunta Ripoll, quien apostilla que el precio anual de la actividad ronda los 50 euros.
Y como ejemplo, el del colegio Ballester Fandos, del que él está al frente. «Hemos dejado de hacer las actividades de baloncesto, voleibol y ajedrez que hasta ahora desarrollábamos en las escuelas deportivas municipales porque no hay suficientes alumnos», apunta Ripoll, quien apostilla que el precio anual de la actividad ronda los 50 euros.
Fuente: Las Provincias.
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