Por Teresa García-Noblejas.
Todavía no he podido reaccionar ante las declaraciones
de las dos «grandes» (supuestamente) asociaciones de padres de alumnos
de muy distinto signo. Anunciaba el Gobierno los recortes en educación y
ambas asociaciones clamaban… ¿por la libertad y la calidad de
educación?, ¿por el temor a que los más desfavorecidos no pudiesen tener
acceso a estudios? ¡No!, clamaban asustados porque los recortes van a afectar a las propias asociaciones.
A mí esto de que los padres tengan adscripción obligatoria en una
determinada asociación de padres de alumnos según vayan a un colegio
público o concertado me recuerda cada vez más al sindicalismo vertical o
al monopolizado por los sindicatos de clase.
¿Qué representatividad real tienen esas
asociaciones? ¿Qué servicios prestan a lo padres? ¿Defienden de verdad
los derechos de los padres o son correas de transmisión de la mano que
les da de comer? ¿Por qué tienen que vivir del erario público si de
verdad son tan útiles a la sociedad? ¿No tienen socios que les
financien? ¿Por qué?
Creo que la crisis puede tener efectos positivos en la
racionalización del gasto público y en la revisión de determinados
costes a cargo de todos los contribuyentes. Las asociaciones subvencionadas por sistema son un ejemplo claro de los tentáculos del estatalismo. El problema es que a muchos les encanta y otros quizá vivan de ello. Pero quien pierde es la sociedad… y la libertad.
Fuente: Profesionales por la Ética.
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