jueves, 28 de junio de 2012

Me apunto a Religión

La formación religiosa del colegio puede responder a las preguntas existenciales de los niños.
   
Por Belén Manrique.
 
Obispos y docentes animan a los padres a superar las trabas que algunos centros ponen a la asignatura de Religión y a solicitarla para que sus hijos se beneficien de una verdadera formación integral.
 
Ecuaciones, análisis sintácticos, el presente continuo en inglés... la amplia formación de nuestros hijos recorre todos los campos del saber humano, sin embargo, nunca puede llegar a ser completa si se descuida su formación espiritual y ética. Para el cultivo de esta dimensión de la persona, es esencial la formación religiosa, muchas veces infravalorada en nuestro país.
 
Tal como explica el profesor Eduardo Amores, tras doce años de experiencia impartiendo la materia en colegios La Salle, “la asignatura de Religión es beneficiosa para los niños porque educa para la vida. En ella, se nos da la posibilidad de reflexionar sobre nuestra historia y nos enseña a fundamentarla en Jesús. Por otro lado, ayuda a sembrar valores y a que las personas se hagan planteamientos y preguntas, de cara a tomar decisiones maduras ante la vida”. Cuestiones del tipo: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo? o ¿a dónde voy? No pueden ser planteadas ni respondidas en ninguna otra asignatura y, para muchos niños procedentes de familias sin creencias, en ningún otro ambiente de su vida.
 
El presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y obispo de Segorbe-Castellón, monseñor Casimiro López, cuenta a Misión que estudiar Religión también “ayuda a conocer y comprender nuestra cultura y favorece la convivencia fundada en el respeto a las convicciones morales y religiosas del prójimo”. “Jesucristo es guía para salir al encuentro de las necesidades de los otros y para contribuir al bien común. Él lleva la paz, suscita la sed de la verdad y el hambre de virtud”, añade.
 
En España, Religión es de oferta obligatoria en todos los centros pero de libre elección, y no computa en la media escolar. Pero a monseñor Casimiro López le han llegado quejas de padres a quienes los centros estatales han intentado disuadir para que sus hijos no cursaran la asignatura o, directamente, no se la han ofrecido al realizar la inscripción. Por eso, a través de la campaña “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, los obispos animan a los padres a salvar las barreras y pedir la asignatura en los colegios.
 
Pero para que padres y alumnos den a la materia la importancia que merece, es crucial el papel de los docentes. “Si yo me la tomo en serio, y los chicos ven que creo en ella, ellos responden; pero si yo mismo, como profesor, pienso que es la ‘maría’, los chicos harán lo mismo”, considera Eduardo. Y añade que “lo más importante no es el memorizar contenidos, sino iniciar unos procesos que permitan a niños y jóvenes hacer esa síntesis fe-vida, fundamentada en el diálogo fe-cultura”.
 
Fuente: Revista Misión (n.º 24, pág. 28).

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