BILBAO, 26 Oct. (EUROPA PRESS) - Uno
de cada cuatro escolares españoles de entre 8 y 17 años está en riesgo
de padecer secuelas a causa del acoso y la violencia escolar, según ha
explicado el psicólogo especialista en moobing y acoso escolar Iñaki
Piñuel, que pronunciará este miércoles por la tarde una conferencia en
la Biblioteca Bidebarrieta de Bilbao.
Según Piñuel, el principal peligro del 'bullying' para el futuro
de los chavales son los trastornos derivados del estrés postraumático
que puede generar.
Por ello, ha alertado de la incidencia del acoso escolar en las
aulas españolas, donde al menos el 44 por ciento de los estudiantes ha
padecido alguna situación de maltrato recurrente, según datos recogidos
en el Informe Cisneros X sobre Acoso y Violencia Escolar, en el que el
experto ha participado.
Este estudio revela, además, que la modalidad más frecuente de
bullying es la que se refiere al bloqueo social (marginación,
aislamiento), presente en el 30% de los casos. Le siguen el
hostigamiento (21%), la manipulación (20%) y la coacción (17%).
Exclusión social (16%), intimidación (14%), agresiones (13%) y amenazas
(9%) completan la tabla.
Para Piñuel, prevenir, detectar y detener el acoso cuanto antes es
fundamental para evitar el desarrollo de secuelas y trastornos de
estrés postraumático que pueden prolongarse y cronificarse, llegando
hasta la madurez. "No prevenir ni afrontar el problema, por parte de los
educadores, padres y profesores, puede provocar que la victimización se
convierta en algo crónico, haciendo que esas personas sean más
vulnerables en el futuro a otras formas de maltrato", ha señalado el
experto.
Para prevenir el maltrato desde un principio, los especialistas en
bullying han detectado varios signos externos que pueden esconder el
acoso. Así, la irratibilidad del niño (rabietas o broncas sin mucho
sentido), los problemas psicosomáticos (dolores extraños, cefaleas,
dolores de estómago, etc.), la repentina resistencia a ir al colegio,
los estados de disociación (cuando no quiere hablar del colegio como un
mecanismo de defensa), la onicofagia (morderse las uñas), los cambios
repentinos en el humor o en el rendimiento escolar (con el estrés
postraumático pueden perder la concentración o la memoria a largo
plazo), o el miedo a volver a clase después de un fin de semana o unos
días de vacaciones, son algunos de esos síntomas.
El psicólogo estima que, con una detección temprana y el
tratamiento de las secuelas del Síndrome de estrés postraumático
infantil, éstas pueden combatirse a través de técnicas neurocognitivas
como EMDR que, según el experto, tienen una tasa de éxito del 70/80 por
ciento en pocas sesiones de trabajo con los niños victimizados.
Fuente: Europa Press.
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