Por José Sáez.
Llevamos años de lucha contra la imposición ideológica perpetrada por el
PSOE a través del grupo de asignaturas de Educación para la Ciudadanía,
creado por la LOE y desarrollado por los subsiguientes Reales Decretos,
en los cuales se deja ver con claridad toda la carga de fondo que han
pretendido colar y de hecho han colado en la educación española. Un
adoctrinamiento ético y moral que supone una intolerable invasión
estatal en el terreno de las actitudes y los valores de los alumnos. Una
intromisión propia de regímenes totalitarios con la tropelía añadida de
negar a los padres la objeción de conciencia y la posibilidad de
obtener una exención de la asistencia y evaluación de sus hijos. Pese a
que la mayor parte de los juzgados y tribunales que han resuelto en
primera instancia nos han ido dando la razón, ya se ha encargado el
Gobierno de que los bloqueen los más altos tribunales, a los que llega
implacable su influencia política en este país que hace tiempo echó a
Montesquieu de la cosa pública.
Ha pasado el tiempo y las avanzadillas del movimiento objetor ya
llegaron, en parte gracias a la inhibición del Tribunal Constitucional
(cuya doctrina antecedente reconoce que el derecho a objetar se deriva
directamente del texto constitucional, sin necesidad de mayor
regulación), al Tribunal de Derechos Humanos de la Unión Europea en
Estrasburgo. Mientras esperamos su decisión, que podría marcar un hito
decisivo si, como es de justicia, fuese favorable a los derechos de los
padres, nuestro Tribunal Supremo ha continuado denegando la objeción en
todos los recursos que le van llegando, emitiendo sentencias con muy
pequeñas variaciones sobre el argumento salomónico y temeroso que emitió
en la primera.
Ahora nos encontramos ante unas nuevas elecciones generales, en las
que es previsible un cambio de gobierno y aritmética parlamentaria.
Sabiendo que el Partido Popular puede ganar, los objetores y las
personas de buena voluntad conscientes de la maldad de la EpC hemos
orientado nuestro punto de mira hacia Mariano Rajoy, esperando un
compromiso en relación con su antigua promesa de eliminación de la EpC.
Por el momento, y pese a diversas declaraciones de hace unos años en las
que el líder popular aseguraba que fulminaría este grupo de asignaturas
cuando llegase a gobernar, no hemos conseguido un compromiso claro,
como tampoco lo hemos logrado en temas tan graves como el aborto y otros
muchos. A pocas semanas de las elecciones, tal vez sea necesario
recordar, a los españoles y a los políticos que se presentan a los
nuevos comicios, los motivos por los cuales pedimos con tanta
insistencia que alguien acabe de una vez con la Educación para la
Ciudadanía, ya que es posible que muchos los hayan olvidado y que otros
tantos todavía no sepan de qué va la cosa.
Lo primero que ha de quedar muy claro es que no se trata de un tira y
afloja entre la derecha, o la iglesia, y los socialistas que gobiernan,
por mucho que estos últimos quieran presentar así la cuestión. Es algo
mucho más grave y que debería preocupar seriamente a todos y cada uno de
los ciudadanos españoles, incluyendo a los socialistas, si es que son
demócratas de verdad. El problema fundamental es que un gobierno, en
representación del Estado, ha vulnerado descaradamente un derecho humano
fundamental que tienen los padres: el derecho a decidir el tipo de
educación que han de recibir sus hijos, especialmente en sus aspectos
éticos y morales. Un derecho humano fundamental, no un invento de la
derecha o de la Iglesia. Un derecho que, como veremos en los textos
normativos que transcribo más adelante, ha sido reconocido en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la Carta de Derechos
Fundamentales de la Unión Europea, en nuestra Constitución Española e
incluso en la LOE, Ley Orgánica de Educación elaborada por una cámara
legislativa de mayoría socialista. Un derecho “fundamental”, es decir,
inherente a las personas por el mero hecho de ser personas, y por tanto
intocable, inviolable, prioritario.
Veamos cuáles son estos textos normativos:
a) Declaración Universal de los Derechos Humanos. Artículo 26, 3:
“Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación
que habrá de darse a sus hijos”.
b) Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Artículo 14,
3: “Se respetan, de acuerdo con las leyes nacionales que regulen su
ejercicio… …así como el derecho de los padres a garantizar la educación y
la enseñanza de sus hijos conforme a sus convicciones religiosas,
filosóficas y pedagógicas”.
c) Constitución Española. Artículo 27, 3: “Los poderes públicos
garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban
la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones”.
d) LOE. Disposición final primera: Modificación de la Ley Orgánica
8/1985, de 3 de julio, reguladora del Derecho a la Educación. 1. El
artículo 4 de la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladora del
Derecho a la Educación, queda redactado de la siguiente manera: “1. Los
padres o tutores, en relación con la educación de sus hijos o pupilos,
tienen los siguientes derechos:… c) A que reciban la formación religiosa
y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones… e) A
participar en el proceso de enseñanza y aprendizaje de sus hijos. f) A
participar en la organización, funcionamiento, gobierno y evaluación del
centro educativo, en los términos establecidos en las leyes. g) A ser
oídos en aquellas decisiones que afecten a la orientación académica y
profesional de sus hijos”.
Como pueden comprobar en los textos, la primacía educativa de los
padres es un derecho reconocido a nivel universal, europeo y nacional.
Nadie, aunque haya llegado al poder mediante un procedimiento legítimo,
está legitimado para violar tan importante derecho. La EpC impone una
línea ideológica concreta –la del gobierno de turno– sobre temas que
suscitan controversia moral en la sociedad española. Eso no es legítimo
para ningún gobierno. Todavía menos legítimo es denegar el derecho a la
exención de conciencia (no digo “derecho a la objeción” porque nadie
puede prohibir a nadie objetar asumiendo las consecuencias injustas; lo
que sí necesita autorización es que los hijos queden exentos de EpC) a
los padres que consideren que su derecho a escoger el tipo de educación
que desean para sus hijos está siendo vulnerado. Les guste o no les
guste, los gobernantes han de acatar la voluntad de los padres en este
terreno, en el que la familia es soberana, y no porque lo diga el Papa,
sino porque lo dice la Ley.
Fuente: Blog de José Sáez.
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