Editorial de Expansión (30-10-11).
¿Cabe imaginar un país que en medio de la crisis
más grave de las últimas décadas esté adoctrinando a su juventud en
contra de la cultura del esfuerzo y el sacrificio personal y a favor
del acomodamiento y el inmovilismo? Desgraciadamente, sí.
Se trata de España, donde los alumnos que cursan la asignatura de
Educación para la Ciudadanía (EpC), entre los 13 y los 17 años, reciben
todas las semanas una profunda carga dogmática que demoniza la
iniciativa empresarial y el libre mercado. La lectura de algunos de los
manuales que deben estudiar los alumnos resulta reveladora e
inquietante. Están repletos de soflamas contra los empresarios, en un
momento en el que su papel es clave para atajar el problema del paro,
que alcanza ya las cinco millones de personas.
Esta realidad se aleja bastante de los límites fijados por el
Tribunal Supremo en enero de 2009, cuando estableció que el contenido
de la asignatura debía centrarse en la educación de principios y
valores constitucionales, y que en ningún caso está permitido que las
autoridades administrativas o escolares o los profesores impongan
criterios morales o éticos que puedan ser objeto de discusión en la
sociedad. Nada más lejos de lo que está sucediendo.
Con ser grave este incumplimiento, aún lo es más el hecho de que se
esté produciendo en un momento en que es más necesaria que nunca la
iniciativa empresarial a corto y medio plazo. Los empresarios del
mañana serán los estudiantes de hoy, pero la educación actual les
desalienta, sobre todo si reciben estos mensajes en la escuela. Así
será muy difícil que ni siquiera una minoría esté dispuesta a asumir
los sacrificios de emprender una aventura empresarial que, además,
estará mal vista entre sus compañeros y amigos.
La estigmatización de la labor del empresario y la dramática situación del mercado laboral español explican que un 65% de los jóvenes españoles prefiera optar a una plaza de funcionario antes que competir por lograr un puesto de trabajo en una empresa, y no digamos ya montar un negocio propio.
La estigmatización de la labor del empresario y la dramática situación del mercado laboral español explican que un 65% de los jóvenes españoles prefiera optar a una plaza de funcionario antes que competir por lograr un puesto de trabajo en una empresa, y no digamos ya montar un negocio propio.
Esta situación es insostenible, ya que durante la última década se
ha disparado casi un 30% la contratación en el sector público hasta el
punto de que se ha superado el desorbitado nivel de los 3 millones de
empleados por las diferentes administraciones o empresas públicas.
La misma barrera que, en sentido inverso, se ha roto con la caída
histórica del número de autónomos y empleadores en España. De ahí la
conveniencia de la propuesta del PP para reformular los libros de texto
de Educación para la Ciudadanía y reconocer el papel de las empresas y
los emprendedores. Aunque tal vez sería más efectivo derogar
definitivamente una materia tan sui generis.
Fuente: Expansión.
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