jueves, 4 de noviembre de 2010

¿Y si no existiera “fracaso” escolar?

Por Vicente Morro.

El multi-ministro Rubalcaba –llamarle ‘súper’ resultaría excesivo y, quizás, sería una contradictio in terminis- sigue en las andadas: jugando con cartas marcadas continúa haciéndose trampas en el solitario. Lo grave del asunto es que sus trampas las sufrimos y pagamos todos, y esto es todavía peor en tiempos de crisis económica y moral como los actuales.
 
Rubalcaba celebró hace unos días el vigésimo quinto aniversario de la aprobación de la Ley Orgánica 8/1985, Reguladora del Derecho a la Educación (LODE). ¿No sería más honesto simplemente ‘conmemorar’ en lugar de celebrar o, mejor, correr un tupido velo? La inmensa mayoría de las familias de España no encontramos en el campo de la educación razón alguna para celebrar nada.
 
Una de sus trampas, usada frecuentemente y en muchos ámbitos, es mezclar cosas y enlodarlo todo. Declaró, después de decir que la LODE “a pesar de la oposición y confrontación de la derecha… es una buena ley porque no se ha tocado”, que Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre son ejemplo de un “nuevo tipo de fracaso escolar”, pues no sabían distinguir las leyes educativas, a pesar de que fueron ministros de Educación. ¡Qué desahogo! No se deberían hacer bromas con un tema tan grave para el futuro de nuestra sociedad y el presente de nuestros hijos. El fracaso escolar, acreditado por innumerables informes y estudios nacionales e internacionales, es un tema muy serio y no debería mezclarse con ocurrencias, opiniones personales o chascarrillos, aunque sean de un personaje todopoderoso. Es tan grave el deterioro del sistema educativo que ha generado, entre una abundante bibliografía, títulos tan significativos y elocuentes como estos: “El genocidio educativo” (TAMBURRI), “La enseñanza destruida” (ORRICO), “El destrozo educativo” (SALVADOR), “La secta pedagógica” (RUIZ PAZ), “El profesor en la trinchera” (SÁNCHEZ TORTOSA), “Panfleto antipedagógico” (MORENO CASTILLO) o “La gran estafa: el secuestro del sentido común en educación” (DELIBES).
 
Otra de sus trampas habituales es ocultar parte de la información o, en ocasiones, incluso toda. Claro que Rajoy y Aguirre fueron ministros del ramo que nos ocupa: exactamente cuarenta y siete meses y medio. Cuatro años en los últimos veintiocho. Si descontamos estos años, más casi otros cuatro de Pilar del Castillo, el resto del tiempo transcurrido, un 71 por ciento del total, la enseñanza ha estado en manos de gobiernos socialistas. Los ministros Maravall, Solana, Pérez Rubalcaba, Suárez Pertierra y Saavedra, ocuparon el ministerio desde diciembre de 1982 hasta principios de mayo de 1996. Después vinieron los ministros populares, ya citados, desde el 96 hasta abril de 2004. Desde entonces hasta ahora, más de 6 años, nuevamente ministros socialistas, bajo la dirección de Zapatero.
 
Parece evidente dónde deben buscarse las responsabilidades, al menos cronológica y cuantitativamente. Además, debe resaltarse que Rubalcaba intervino directamente durante casi once años en la gestión de la educación, ocupando diversos cargos, según su biografía oficial: Director del Gabinete Técnico de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación desde diciembre de 1982 hasta mayo de 1985; desde ese momento hasta septiembre de 1986 fue Director General de Enseñanzas Universitarias; después fue nombrado Secretario General de Educación, hasta el 29 de julio de 1988 –en esa época se produjo la implantación de la LODE; posteriormente –durante la fase de diseño e implantación de la Ley Orgánica 1/1990, de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE)- ocupó la Secretaria de Estado de Educación; finalmente, el 23 de junio de 1992 fue nombrado ministro de Educación y Ciencia. Ocupó el cargo hasta el 13 de julio de 1993. Posteriormente se aprobó la Ley Orgánica 9/1995, de Participación, Evaluación y Gobierno de los Centros Docentes.
 
Después de esta serie de leyes, a cual peor para nuestro futuro colectivo, se produjo un tímido intento para enderezar esta situación con la aprobación, tardía y timorata, de la Ley Orgánica 10/2002, de Calidad de la Educación (LOCE). La vuelta al poder de los socialistas produjo, al contrario de lo que se hizo en su momento por los populares, la paralización torticera de la LOCE –“ley fantasma” según Alicia Delibes-, antes de su aplicación efectiva. La Ley Orgánica 2/2006, de Educación (LOE), que arrastra y perpetúa los gravés errores de la LOGSE, introduciendo además el adoctrinamiento ideológico directo y obsesivo en la enseñanza española. Con esta ley se ha cerrado el complejo LODE-LOGSE-LOE, verdadero responsable de la catástrofe educativa que padecemos y herencia directa, como hemos visto, del actual multi-ministro.
 
En la celebración a la que me refería al principio, el señor Rubalcaba dijo algo que seguramente hirió muchas sensibilidades: “en España no se pueden acometer acciones de ‘ingeniería social’…”. ¡Precisamente ellos! Él se refería a otras cuestiones, pero precisamente la acusación de hacer ‘ingeniería social’ es la que se hace, con razón, a los socialistas por sus propósitos adoctrinadores en las asignaturas de Educación para la Ciudadanía o en la imposición de la ideología de género a través de las propuestas de implantación de una educación afectivo-sexual obligatoria deudora del pensamiento único políticamente correcto y de la ética particular gubernamental.
 
Visto todo el proceso someramente descrito, es lícito preguntarse ¿y si no existiera “fracaso” escolar? ¿Y si en realidad se tratara de la culminación exitosa de un proyecto adoctrinador utilizando la educación como herramienta? Un proyecto de creación de súbditos más que de ciudadanos –por mucho que se aduzca lo contrario-, de personas acríticas y sometidas a la ideología dominante. Un proyecto que ha conseguido que la gente se preocupe más por el fútbol y la televisión/telebasura que por los problemas de conciencia: panem et circenses que decían los clásicos, alienación pura y dura diríamos ahora –y decíamos la gente, en general, y no sólo la juventud puesto que las primeras generaciones que han sufrido este sistema llevan ya diez años más o menos en el mundo laboral o universitario-. Han creado una generación a la que le importa más el “póntelo pónselo” que el respeto, el compromiso, la donación; una generación acostumbrada a la reiteración de eslóganes más que a la construcción de un discurso racional autónomo o a la reflexión y la argumentación.
 
Si el proyecto hubiera sido la socialización de la ignorancia, del conformismo y de la sumisión; si se hubiera fomentado deliberadamente la desvinculación de las propias responsabilidades personales y el abandono de la cultura del esfuerzo; si se hubiera pretendido desprestigiar el trabajo como mérito personal o la excelencia como objetivo, entonces no estaríamos ante un fracaso sino ante las consecuencias lógicas de una deliberada apuesta por la mediocridad. Las cosas en educación no se han podido hacer tan mal por casualidad, en mi opinión personal. Es terrible, por supuesto, pero ¿no hemos visto algo parecido en otros ámbitos?
 
Vicente Morro López es Vicepresidente 1.º del Foro Valenciano de la Familia y Secretario de FCAPA Valencia.
  
Nota:
 
Una versión reducida de este artículo fue publicada en el diario “Las Provincias” el 2 de noviembre de 2010:
 
 
Fuente: Blogs HO.

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