Ante la emergencia educativa: don Juan A. Gómez Trinidad, ex portavoz de Educación del PP.
La emergencia educativa, denunciada por Benedicto XVI, recorre Occidente y afecta, de forma muy particular, a España. Los datos son de sobra conocidos: tenemos el doble de fracaso escolar que el promedio de la Unión Europea; el nivel académico de nuestros estudiantes está a la cola de la OCDE; las agresiones a profesores se incrementan cada curso... Ante el nuevo escenario social y político al que se enfrenta España, Alfa y Omega lanza una serie de entrevistas con expertos en educación del más alto nivel que, más allá de todo reduccionismo ideológico, aporten luz (y propuestas) para superar una emergencia más importante que la económica.
Es catedrático de Instituto, ha ejercido la docencia durante años,
fue portavoz de Educación del Partido Popular en la pasada legislatura, y
es una de las voces del ámbito político con más prestigio en el sector
educativo, incluso entre quienes son contrarios a sus ideas. Al margen
de que muchos lo situaban en el Ministerio de Educación, y de que poco
antes del 20-N la dirección del PP prescindió de sus servicios, don Juan
Antonio Gómez Trinidad sigue hablando de lo que realmente le importa:
la educación, dentro o fuera de la arena política. Con él, Alfa y Omega abre una serie de entrevistas con expertos del más alto nivel, que busca aportar soluciones a la emergencia educativa denunciada por Benedicto XVI.
¿Cómo se manifiesta, en España, la emergencia educativa?
Hay que recordar que hablamos de emergencia educativa no escolar,
y en España es una realidad que tiene múltiples manifestaciones:
indirectas, como la apreciación social mayoritaria de que la educación
no funciona; o directas, como las que nos muestran los resultados de las
evaluaciones nacionales e internacionales. Por último, está el dato más
contundente: tenemos un tercio de fracaso escolar, es decir, que el 30%
de los jóvenes, tras 13 años de escolarización obligatoria y gratuita,
no obtienen el título de la ESO, a pesar de haber rebajado los
niveles...
Ante esto, ¿qué reforma debe acometerse en el sistema educativo?
El fracaso educativo es un fracaso de educadores, y aquí todos educamos
(o deberíamos educar), pero de distinto modo. La primera responsabilidad
es de las familias, que deben dar el equilibrio emocional básico y los
valores imprescindibles, sin los cuales la escuela no puede enseñar.
Valores como la alegría, la generosidad, la entrega, el agradecimiento,
el respeto, la capacidad de sufrir, el esfuerzo, etc., tienen su origen
en la familia. En segundo lugar, está la responsabilidad que tienen los
profesores; y en tercer lugar, la configuración del propio sistema
escolar.
Para atajar la emergencia educativa en esos tres ámbitos, ¿bastan unas cuantas reformas de la ley actual, como ha anunciado el Gobierno, o eso sería caer en parches.
Dando por hecho que hay que volver a recuperar la ilusión y la
responsabilidad de educar, no creo necesario elaborar una nueva ley,
pero sí introducir cambios profundos en la actual legislación, que
permitan desmotar el modelo educativo en el que llevamos 20 años
instalados.
¿Qué errores nos han traído a este punto y hay que desmontar?
El principal problema de fondo es la concepción antropológica sobre la que se basa el sistema educativo: un buenismo
que exime de toda responsabilidad personal, y por lo tanto de todo
esfuerzo y sacrificio. Se confunde el principio de igualdad de
oportunidades con el principio de igualdad de resultados y, en muchas
ocasiones, se educa a su majestad el niño como si fuera sujeto de derechos, pero no de deberes. El resultado es bien patente.
Si no es necesaria una nueva ley, ¿qué reformas deben darse antes?
La primera es la formación, selección y posterior evaluación del
profesorado. Nunca el sistema educativo puede estar por encima de la
calidad de los profesores. Mientras no consigamos captar a los mejores
universitarios, incentivarlos a lo largo de su larga carrera y recuperar
el prestigio social, es difícil solucionar lo demás. Otro tanto diría
de la dirección de centros. Estamos en un momento histórico, porque en
los próximos años necesitaremos reponer 200.000 profesores. Y, como en
tantas cosas, si seguimos haciendo lo mismo, no podemos tener resultados
distintos. Posteriormente, hay que introducir reformas organizativas y
curriculares en las distintas etapas.