Juan José Abad es el autor del libro de Educación para la Ciudadanía editado por McGraw-Hill que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucia ha considerado ‘claramente adoctrinador’ eximiendo, por tanto, de ir a clase de EpC a un alumno demandante.
En una entrevista concedida al Diario de Burgos, el autor, profesor jubilado de 67 años y autor de varios manuales de Filosofía, Ética e Historia confiesa sentirse dolido por la sentencia, aunque confía en que el recurso anunciado por la Junta de Andalucía revoque una sentencia que según Abad, “no tiene ningún sentido“.
Una descalificación grosera de la sentencia de un Tribunal Supremo por parte de quien se supone debe enseñar ciudadanía a nuestros hijos. Claro que la descalificación de la justicia en un Estado de Derecho es un privilegio que los radicales izquierdistas utilizan con gran naturalidad cuando les conviene. Si las sentencias son contrarias a los padres objetores, hemos de acatarlas y cumplirlas. Cuando nos dan la razón, son injustas, deben ser recurridas y hasta “carecen de sentido”. Y todo esto afirmado, insisto, no por un político, sino por el autor de un libro de Educación para la Ciudadanía. Una lección que enmarca su manual.
Claro que sus declaraciones no se quedan ahí: reconoce que la sentencia ha sido un palo, pero perfectamente previsible dado que según Abad, el fallo
está hecho en su opinión desde el conservadurismo religioso
Es decir, Abad, como no podía ser de otra manera, analiza el fallo en términos ideológicos en vez de intentar rebatir los argumentos jurídicos que sostienen la sentencia.
La descalificación global es más económica y apela a los fantasmas que acechan esta sociedad. Las conspiraciones judeo-masónicas del régimen franquista han sido sustituidas en el régimen actual por la apelación al ‘integrismo religioso‘ (que se limita al católico, pues parece que el ‘integrismo musulmán’ no sólo no es peligroso, sino que nos resulta simpático y gastamos fortunas en promover con ellos variadas alianzas de civilizaciones), a ‘la ultraderecha‘ (a Blas Piñar debe entrarle la risa floja cuando se entera de quiénes son llamados actualmente ultraderechistas…) o ‘la caverna‘ cuando se trata de calificar a los medios de comunicación que no son absolutamente sumisos al gobierno.
Pero el docto autor experto en moral y libertades no se limita a generalizar. En un alarde de neutralidad ideológica propio del autor de un manual de ciudadanía, concreta su acusación con una mal citada retahíla de culpables:
«La sentencia está en el contexto de la ideología de los neoconservadores actuales, ese grupo que algunos han denominado la nueva armada del Papa: los Legionarios de Cristo del padre Maciel, que predicaba una cosa y hacía otra, los Profesionales para la Ética, el Hazte Oír, el sector más duro del Obispado, los Kikos o los seguidores del Tea Party americano», señala, indicando que precisamente la Iglesia ha sido y es el gran adoctrinador.
Y, después de despacharse a gusto contra quienes parecen no tener legitimidad para formar parte de la sociedad democrática, considera un sinsentido que la sentencia afirme:
Se menciona -en varias partes del libro y especialmente en estas primeras lecciones- la religión siempre en un sentido represivo y sectario. Religión que no puede ser otra -salvedad de una cita a la judía y musulmana- que la que se practica mayoritariamente en la Unión Europea, es decir, el Cristianismo. Parece que en esa lucha dialéctica entre fuerzas estáticas o conservadoras y dinámicas o progresistas, dicha religión es una rémora u obstáculo para las conquistas cívico-sociales, culturales y filosóficas en casi todos los temas que se tratan, singularmente en estos de las primeras cuatro unidades.
TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE ANDALUCÍA SALA DE LO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO DE SEVILLA. SECCIÓN TERCERA. SENTENCIA RECURSO N° 368/2009
En efecto, es el propio autor en sus declaraciones —que incluyen corolarios innecesarios que revelan su mal gusto— quien corrobora esa actitud de desprecio y odio al catolicismo, que tiene, como afirma el Tribunal Superior de Justicia andaluz, su plasmación en el manual examinado que considera la religión como una práctica sectaria, anticuada y enfrentada al progreso humano.
En fin, que, por si quedara alguna duda, el autor del manual adoctrinador se ha retratado en su pretendida defensa. En manos de autores como él están nuestros hijos. Son los que pretenden cambiarles el modo de pensar so capa de una formación en los Derechos Humanos y la Constitución con afirmaciones como las siguientes:
teniendo los seres humanos tendencias instintivas como el resto de los animales no obstante el ser humano debido al entendimiento y la libertad las puede atenuar, modificar y encauzar de “cien mil maneras diferentes”. Así, mientras una gorriona únicamente intentará satisfacer sus apetencias sexuales con un gorrión (y un gorrión con una gorriona) en el caso de los seres humanos puede suceder que prefieran satisfacer los suyos con un hombre, con otra mujer (un hombre con otro), consigo mismo o, incluso renunciar satisfacerlos (algunas personas hacen votos de castidad).
Cada persona es dueño de su cuerpo y por tanto tiene derecho a disponer libremente de su sexualidad.
La igualdad de las mujeres y los hombres resulta, absolutamente evidente e incuestionable.
La fidelidad es deseable, pero no imprescindible.
El matrimonio es una cosa y el amor y el placer otras.
la mayor parte de las llamadas perversiones sexuales carecen de sentido, pues, en último término, no serán sino diferentes formas de conducta que, como toda conducta humana, se caracterizará por su variedad y su multiplicidad de formas.
la mayor parte de las personas tampoco poseen una única tendencia sexual concreta y definida, mantenida de modo uniforme y constante a lo largo de toda su vida, sino que el que más y el que menos, junto con una inclinación predominante, posee otras de mayor o menor intensidad.
no existe el sexo o la diferencia sexual entre el varón y la mujer como una realidad natural propia del ser humano con la que se nace, sólo existen géneros, es decir, estilos, roles o papeles sociales opcionales en la conducta sexual del individuo. No existen pues diferencias sexuales por naturaleza sino un puro fenómeno cultural derivado de la socialización del papel que cada uno desempeña en la sociedad, llamado género.
Cuadro resumen 1: Ideas clave sobre sexualidad, educación sexual y género:
- La sexualidad humana es fruto de la interacción cognitiva. No surge, exclusivamente, ni como fruto de la biología ni como copia de los modelos culturales.
- La Educación Sexual, es un proceso de construcción de un modelo que representa y explica la sexualidad humana y el género.
- Se caracteriza por ser un proceso lento, gradual y complejo.
- Favorecer la construcción de las diferentes nociones sexuales.
- Permitir comprender los procesos históricos y culturales de construcción del conocimiento y la organización sexual y social.
- El conocimiento sexual es eminentemente social.
- La educación sexual que aspire al cambio social debe incorporar en su análisis la perspectiva de género.
- Implica el conocimiento de sí mismos y sí mismas, de las demás personas, y de las relaciones que se establecen entre ambos en un marco social y cultural concreto.
- Las personas somos sujetos y objetos del conocimiento, a diferencia de las nociones físicas.
- Incorpora dimensiones biológicas, culturales, sociales, afectivas, psicológicas y morales.
- Se caracteriza por ser un conocimiento convencional y arbitrario.
- No es un conocimiento exclusivamente biológico, sino social.
- Es necesario considerar los procesos o vías de discriminación para ofrecer alternativas críticas.
Y yo pregunto ¿cuáles de estas afirmaciones espigadas del manual suponen una formación en la Declaración Universal de los Derechos Humanos o en los principios constitucionales?
Y es que, cuando el Estado instituye una asignatura como Educación para la Ciudadanía, con claro propósito adoctrinador, no es de extrañar que surjan autores como Abad que traten de hacer proselitismo de su ideología (respetable en su ámbito personal) en la escuela, que debe ser neutral al abordar estas cuestiones, muchas de las cuales son deber y derecho de los padres tratarlas con sus hijos.
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