domingo, 17 de octubre de 2010

Las tragaderas de la enseñanza concertada

Artículo publicado en Diario de un padre objetor.
 
Corría el pasado mes de abril cuando se puso fecha para la aceptación o el rechazo del fallido Pacto de Estado de Educación. Una crónica de Hispanidad reflejaba los argumentos de muchos participantes para oponerse a su firma. Y, cuando le llega el turno a los representantes de centros y padres de la enseñanza concertada, surge la ¿sorpresa?:
Los que sin embargo parecen medio satisfechos son los religiosos de la enseñanza y la CONCAPA. La razón: el Gobierno se compromete a ir equiparando los sueldos de la concertada a los existentes en la escuela pública. Una reivindicación histórica de los colegios religiosos. Por eso el presidente de CONCAPA, Luis Carbonel, “agradece el esfuerzo ” del ministro y anuncia que estudiará la propuesta.
Hoy, seis meses después, leo en InfoCatólica:
Las patronales de la enseñanza concertada católica han hecho público su rechazo de la rebaja del módulo de conciertos prevista en el Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2011. Aseguran que supone un incremento del déficit histórico y la asfixia económica de los centros, teniendo en cuenta que el concierto sólo cubre entre un 60% y un 70% del coste real de las plazas.

Como era previsible para una minoría, bailarle el agua al gobierno arroja escaso beneficio, como no sea alguna condecoración, mientras el Gobierno prosigue su cerco a la enseñanza de iniciativa social.
 
Es patética toda sumisión. Pero más aún cuando, tragando carros y carretas, las patronales de iniciativa social (y alguna confederación de apymas que parece les hace el papel de tesorero) reciben invariablemente una rebaja más de sus demandas.
 
Eso sí, la inteligente y contumaz deriva de la concertada está reduciendo las libertades en este país y, lo que es mas grave: convirtiendo en papel mojado la libertad de los padres para escoger una enseñanza con ideario propio. Sea porque lo están pervirtiendo, sea porque están frente al abismo y siguen huyendo hacia adelante, la enseñanza concertada tiene los días contados como no pegue un golpe de timón y agarre el toro por los cuernos.
 
Saquen a los padres a la calle —que el dinero de los conciertos no se lo regala la administración— y cesen de desvirtuar su propia razón de existir: una oferta plural, específica y libre. Que estos tiempos precisan de gallardía y autenticidad. O, al menos, de vergüenza torera.

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