Línea editorial (21-05-12).
La polémica que no cesa sobre la asignatura de Educación para la
Ciudadanía es un indicador más de lo desafortunado que estuvo el
Gobierno socialista a la hora de introducir esta materia en el sistema
educativo español, con unos contenidos concretos que respondían a una
hoja de ruta de marcado sesgo ideológico, al servicio de un determinado
programa de ingeniería social. Sembrada la división y la confrontación
en la sociedad, el actual Gobierno se encuentra en una tesitura en la
que resulta difícil pisar terreno que no esté embarrado.
Aunque
desde diversas terminales de propaganda se haya intentado desviar la
atención, el problema de fondo no se encontraba en los manuales
utilizados, ni se encuentra ahora en que el Gobierno supuestamente haga
seguidismo de las opiniones de los obispos sobre la polémica asignatura.
El verdadero problema se hallaba y se halla en los Decretos que
desarrollan la Ley. Si los leemos con detenimiento, observamos con
asombro que el objetivo de dichas enseñanzas es formar, con carácter
obligatorio, la conciencia moral cívica de todos los alumnos en todos
los centros. El Estado no puede imponer ninguna moral a todos: ni una
supuestamente mayoritaria, ni la católica, ni ninguna otra. En medio de
un debate donde a menudo escasean los argumentos de razón, conviene
tener claro qué es lo que de verdad está en juego y distinguir lo
esencial de lo accidental, para que en la nueva “Educación para la
Ciudadanía” no se vuelvan a repetir los errores cometidos.
Fuente: COPE.
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