Artículo publicado en 'Diario de un padre objetor'.
Me cuenta mi sobrino que en clase de Educación para la Ciudadanía no utilizan el libro de texto que les hicieron comprar a comienzo del curso. Es un colegio concertado de fama y el profesor sustituye el texto por apuntes dictados según su buen criterio.
Me cuenta el chaval “Fíjate: el libro dice que el matrimonio es la unión de dos personas, pero el profe nos dicta: es la unión de un hombre y una mujer…”.
Me echo a reir, pero Javier, que no es tonto, me pregunta: “Tío, pero si viene un inspector y nos pide los apuntes… es que no estamos dando lo que dice el libro… ¿no se le puede caer el pelo al profe?”.
Le cuento que lo más grave es que son una ‘inmensa minoría’ los que pueden tener un profesor de Educación para la Ciudadanía como el suyo y que un montón de padres objetamos para procurar derogar una ley que adoctrina a miles y miles de alumnos menos afortunados.
Después me quedo pensando ¿para qué les hacen comprar el libro si ni lo abren? ¿Están los tiempos para hacer gastar el dinero de balde y financiar la editorial del manual?
¿No será simplemente una maniobra de distracción para aparentar ante la inspección -con hechos y cifras- que en el colegio se imparte -faltaría más- Educación para la Ciudadanía…? Y es que a estas alturas de la película uno tiene la capacidad de sorpresa saturada.
Fuente: Diario de un padre objetor.
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