Por Teresa García-Noblejas.
Fue decir Zapatero que no se presentaba a las elecciones y Rajoy (dos días después, para unas prisas) se lanzó a decir en la Ser que su objetivo era volver a la legislación anterior en materia de aborto. Claro, que el viernes anterior también había asegurado que Educación para la Ciudadanía (EpC) no servía para nada; por eso el PP ya está diseñando su propia Educación para la Ciudadanía.
Es cierto que el PP ha tenido gestos memorables, como la defensa en el Congreso y en el Senado de las minorías cristianas agredidas. Y sé que hay políticos del PP que trabajan meritoriamente por la libertad de educación (real, no la de cara a la galería) y por la dignidad y derechos fundamentales de la persona.
El problema de Rajoy y de la mayoría de sus dirigentes es que cree que tiene un voto cautivo que, temeroso de la permanencia del PSOE en el Gobierno, le va a votar diga lo que diga y haga lo que haga. Es cierto que Zapatero y sus secuaces han dejado a España hecha unos zorros; y no sólo en lo económico. Y es una emergencia nacional un cambio de Gobierno.
Pero de ahí a tomar el pelo a sus votantes hay un abismo. En materia de EpC el PP ha hecho exactamente lo mismo que el PSOE. Con el agravante de que Esperanza Aguirre hizo creer a los madrileños que en su Comunidad los padres que no quisieran EpC para sus hijos serían respetados sin ningún problema. También aseguró que el currículo de EpC en Madrid estaba desprovisto de ideología, algo que fue desmentido por el propio Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
Evidentemente, Rajoy ha querido transmitir al oyente de la SER que su proyecto político se puede suscribir perfectamente desde el centro izquierda y no chirría al votante moderado del PSOE. El votante de “derechas de toda la vida” lo tiene asegurado. Pero con esos guiños a la izquierda en cuestiones tan sensibles como el aborto y la educación le auguro una pérdida de votos en las autonómicas y municipales.
Pero lo peor, para mi gusto, es la absoluta falta de criterio y la incapacidad de proponer un proyecto coherente y de alcance, sin cambiar de principios en función del auditorio o la encuesta de turno, sabiendo argumentar con convicción y propuestas positivas y sensatas que también los votantes de izquierdas podrían suscribir. Parece que su proyecto no es otro que llegar al Gobierno a costa de lo que sea, al estilo de Groucho Marx (ya saben, aquel de “si no le gustan mis principios tengo otros”). Al menos el PSOE tiene proyecto y comunica mil veces mejor que el PP.
Fuente: Profesionales por la Ética.
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