miércoles, 3 de agosto de 2011

Aturem la burrera

Por Juan Borrás.
 
Leí el otro día que una banda de jóvenes –iba a escribir cafres pero eso sería un insulto a los auténticos cafres, mucho más personas civilizadas que ellos–, lo dejaré en incivilizados cerriles, destrozaron cuatro estaciones de 'la bici', una de ellas a tal nivel que ha sido necesario desmontarla por completo para llevarla al taller y arreglarla, si es posible. Y como «los dineros no son de nadie», cual decía aquella presuntamente culta e inteligente Ministra de Cultura, a pagarlo con los dineros de los contribuyentes que SÍ son de alguien ¡de todos los ciudadanos!, incluso los no contribuyentes.
  
Esta noticia me ha recordado una pancarta, entre las miles que se han mostrado en las diversas y estentóreas manifestaciones, que llamó poderosamente mi atención y que decía: «Aturem la burrera».
  
Que yo lo traduciría por «terminemos con la estupidez», porque comparar el irracional comportamiento de algunos golfos, por calificarles finamente, en busca de una notoriedad inalcanzable por su propios méritos, con el comportamiento de los burros sería hacerles un flaco favor a estos nobles animales. En cualquier caso, como se decía en la desaparecida Hoja Parroquial «Nihil novum sub sole». La laxa educación que se les da a los jóvenes y 'jóvenas' –que haberlas haylas tan irrazonables o más que los jóvenes– gracias a las leyes superpermisivas socialistas que confunden la libertad con el libertinaje, es la causante, en grado superlativo, de muchas de estas salvajes actuaciones. La buena educación fue, es y será siempre, digan lo que digan los que presumen de progres, paradigma del más íntegro civismo.
  
No diré que toda la culpa sea de la mala educación, eso sería simplificar hasta extremos cuánticos el problema pero tampoco que sea toda la culpa, como se pretende hacernos creer, del paro y de la crisis económica.
  
Es evidente que, como dice el refrán, «ganado de muchos el lobo se lo come». Aunque a mí me gusta más el que dice «Hacienda tu amo te vea, o si no que la venda». Y poner el uso de la 'bici' en mano de una considerable cantidad de ciudadanos irresponsables sólo puede confirmar los dichos refranes. Por otra parte habría que empezar por aclarar quienes son «los jóvenes». Antaño uno era «joven» hasta los 21 años que se iba a la mili y volvía, a los dos o tres años, convertido «hecho un hombre». No recuerdo donde leí que, por ejemplo, el presidente de las NN.GG. del PP o de los jóvenes socialistas, tenía 30 y pico de años, con un pico más cerca de los 40 que de los 30, y si presuponemos que gente de esa edad es capaz de tamañas barbaridades, ¡que Dios nos pille confesados!
 

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