Línea editorial COPE (20-03-2011).
Varios padres han sido condenados a penas de prisión en Alemania por negarse a que sus hijos asistan a clases de educación sexual, diseñadas con un sesgo intolerable para muchos padres alemanes, aunque sólo unos pocos se hayan atrevido a llevar tan lejos su oposición. El asunto no es anecdótico. En los últimos años se han aprobado en todo el mundo leyes impregnadas de ideología de género que entran en conflicto con las convicciones de la mayoría, mientras el poder político se aplica a fondo para sofocar la resistencia y restringir el derecho a la objeción de conciencia. En toda Europa, se han aprobado o se proyectan leyes contra la discriminación, como la anunciada Ley de Igualdad de Trato en España. Con la excusa de combatir formas intolerables de discriminación, se quiere imponer nuevos valores morales a la sociedad o subvertir el concepto de familia.
A unos padres británicos, un juez les acaba de negar la acogida de un niño por sus convicciones contra el «estilo de vida homosexual», asunto que ha motivado también penas de cárcel en el norte de Europa. En la misma línea liberticida varios Gobiernos intentan restringir el derecho a no colaborar con el aborto, u obligar a todo el mundo a reconocer las uniones homosexuales. También los planes de estudio se modifican para inculcar esta ideología a niños y jóvenes. En definitiva, el poder decide qué está bien y qué está mal, e impone a la fuerza su peculiar ideología. Es lo que el Papa ha llamado “dictadura del relativismo”.
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