domingo, 27 de marzo de 2011

Tres de cada 4 alumnos han sido testigos de agresiones en su colegio

El Comité de Expertos sobre Violencia Escolar de la C. Valenciana aboga por potenciar el rol social de los profesores para frenar los casos de intimidación.
 
LEVANTE-EMV | VALENCIA
  
"Los problemas de violencia escolar se resuelven en el aula". Esta es una de las premisas que destaca la directora del Comité de Expertos sobre Violencia Escolar en la Comunitat Valenciana, Ángela Serrano, para afrontar las agresiones en los colegios. Un problema que lejos de ser aislado, afecta a la mayoría de niños, ya que según un informe del Centro Reina Sofía, tres de cada cuatro escolares han sido testigos de agresiones en su colegio.
  
Cuando se habla de violencia escolar se piensa en algo físico, como patadas, peleas o agresiones. Sin embargo, hay otro tipo de violencia, la verbal y psicológica, que en ocasiones tiene efectos tan devastadores como la física. Ambas se convierten en acoso cuando existe un factor repetitivo y frecuente que desemboca en auténtico hostigamiento hasta dejar a la víctima totalmente aislada de su grupo social.
  
El 75% de los escolares han sido testigos de agresiones en su centro, teniendo prácticamente casi la misma prevalencia el maltrato emocional (84% de los casos) y el físico (76%). Son cifras del informe "Violencia entre compañeros en la escuela", del Centro Reina Sofía, y que confirma que la violencia en general y el acoso en particular son algunos de los problemas a los que se enfrentan padres y profesores.
  
Este estudio realizado entre escolares de toda España, refleja que el 14% de los alumnos es víctima de agresiones en su colegio y que el 17,2% de las víctimas sufre intimidación. Una investigación del Defensor del Pueblo en el año 2000, destacaba que las conductas abusivas más frecuentes fueron los insultos, hablar mal de la víctima y poner motes despectivos.
  
Ante esta radiografía, adquiere relevancia la prevención y la sensibilización, especialmente de los profesores, pues deben ser capaces de descubrir indicios en las conductas de los alumnos o detectar contextos de riesgo. También es fundamental conocer el perfil habitual del agresor, que, según el informe, corresponde a un chico de entre 12 y 13 años, de nacionalidad española y con una tendencia a disfrutar con las actividades de riesgo.
 
El profesor es clave
  
Los expertos ven necesario llevar a los centros y a sus docentes la idea de que las conductas violentas pueden afrontarse y de que el aula es uno de los contextos donde deben solucionarse los problemas de violencia. Los colegios tienen que formar a los alumnos para que no tengan comportamientos agresivos.
  
Es una de las reflexiones que plantea Serrano, profesora también del Máster de resolución de conflictos en la escuela de la Universitat Internacional Valenciana (VIU). "Hay que insistir en la pedagogía del cariño. Trabajar para que el profesor entienda que el menor agresor es una persona que está formándose y que, por tanto, puede presentar problemas de conducta que tienen que ser corregidos a tiempo", apunta.
  
Según la también autora del libro "Acoso y violencia en la escuela", es necesario "potenciar el nuevo rol del profesor, que va más allá del académico, pues se complementa con un rol social". Es decir, convertir a los maestros en tutores afectivos, capaces de potenciar el desarrollo emocional de los niños.
  
Serrano señala que el menor agresor ataca porque necesita llamar la atención y esto es una señal de alarma ante carencias afectivas y emocionales. El agresor, por tanto, no debe ser estigmatizado ni discriminado dentro del centro escolar, ya que necesita ayuda para solucionar su problema.
  
"Tener un historial de violencia no significa que vaya a repetirlo en su madurez", explica la experta, que menciona el concepto de "resiliencia" (la capacidad de una persona para sobreponerse a acontecimientos desestabilizadores) como clave para trabajar con menores víctimas o con conductas violentas.
  
"Es en este punto donde desempeña un papel importante el profesor y las herramientas de prevención y detección", puntualiza Serrano. Además de proyectos como el Plan de Prevención de la Violencia y Promoción de la Convivencia (PREVI), puesto en marcha en la C. Valenciana, existen titulaciones muy novedosas que dedican especial atención a identificar y prevenir las diversas situaciones que pueden darse en el ámbito escolar.
  
Así, Serrano explica que en el máster que imparte se enseña cómo detectar un comportamiento agresivo en niños de entre 9 y 10 años, que puede derivar en menores acosadores en el futuro. O cómo indagar en factores de riesgo -como la ausencia de empatía, la falta de control o el egocentrismo- en los adolescentes de entre 12 y 13 años, y dónde detectar habitualmente las conductas abusivas.
 
Fuente: Levante.

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