miércoles, 2 de noviembre de 2011

Por fin se vislumbra el final de la pesadilla de la EpC

Por José Sáez.
  
La razón me dicta que la intención de sustituir la EpC por una educación cívica sobre valores constitucionales e instituciones, declarada por el PP en su programa, debe ser tomada con prudencia y no sólo con alegre esperanza. Habrá que esperar a los hechos, tras las elecciones que supuestamente ganarán los populares, para hacer una valoración definitiva. Perfecto. Pero mi esfera emocional no entiende de frenos razonables y estoy desde ayer contento como unas pascuas. Cuando leí la parte del programa dedicado a la educación, su mejor capítulo junto con el dedicado a la economía, no daba crédito a mis ojos y de ellos resbalaron enseguida unas lagrimillas: por fin se vislumbra el final de la pesadilla de la EpC.
  
Para comprender la emoción que siento, hay que ponerse en la piel de un padre objetor que, además, ha contribuido como ha podido, también como profesional de la educación, a la causa del movimiento objetor. Han sido casi 5 años de lucha de decenas de miles de padres y profesionales voluntarios, una guerra sin cuartel en múltiples frentes, a cada cual más duro: en los medios de comunicación, en las administraciones públicas, en los juzgados y tribunales y, sobre todo, en los colegios. Es en estos últimos donde nuestros hijos se han batido el cobre negándose a entrar en las clases en medio de vejaciones, burlas y presiones a veces insoportables de sus compañeros e incluso de algunos profesores.
  
La historia recordará a estos chicos y chicas que han sido, junto a sus padres, un ejemplo de ciudadanía activa y responsable, de entereza ante las dificultades y de lucha por los principios y valores democráticos. Hoy, nuestra inmadura democracia es más democracia y más madura gracias a todos ellos. Naturalmente, hay que agradecer al PP que al final se haya decidido a poner con claridad y en programa la reversión de alguna de las tropelías socialistas. Ojalá hiciera lo mismo con la ley del aborto, el divorcio exprés, el matrimonio homosexual y otros muchos dislates socialistas. Decía que hay que agradecérselo a los populares. Pero más aún a los que han sido los protagonistas del combate a pie de calle y escuela.
  
Sabemos que el PP, cuando quiere, sabe defender unos valores de hondo calado, pero sabemos también que, sin la presión a que le hemos sometido el movimiento objetor, dándole la cascarra por activa y por pasiva para que fulmine ese maldito grupo de asignaturas, tal extremo no iría hoy en su programa. Considero, modestia aparte y sin tapujos, que nos encontramos ante uno de los más importantes éxitos de la participación social de la historia de nuestra democracia. La movilización ciudadana que ha supuesto el movimiento objetor ha sido algo sin precedentes en nuestro país. Más de 50.000 objeciones de conciencia presentadas ante las administraciones educativas parecía algo impensable.
  
Lo mismo digo de la rápida y gigantesca movilización asociativa, que reunió a padres y profesionales voluntarios en centenares de asociaciones y plataformas por todo lo largo y ancho de la geografía española. Deseo destacar aquí con cariño a la asociación en la que yo he colaborado y luchado, en la que tantos intrépidos amigos han luchado con nosotros y por nosotros sin cobrar un duro: Valencia Educa en Libertad (VAEL). Cómo olvidar las reuniones casi “secretas” con unos refrescos calientes, millones de ideas que compartir y una ilusión bárbara por hacer algo concreto en defensa de nuestros hijos. Cómo olvidar los encuentros de objetores, las charlas a padres, la redacción de notas de prensa y artículos…
  
Una humilde y hermosa epopeya, digna de un cantar de gesta, que ha demostrado la intachable buena ciudadanía de aquellos que no han querido doblegarse ante la bota totalitaria de esta Educación para la Ciudadanía, sectaria y adoctrinadora, creada por el zapaterismo. Una batalla a la que no todos han querido sumarse con idéntica valentía, en especial alguna entidad que creíamos por definición cercana y amiga, a la que no nombraré y a la que sólo a Dios corresponde juzgar. Una lucha que también ha conseguido aunar algunas asociaciones que al principio parecía imposible que caminaran juntas. Un notable esfuerzo de muchas personas y muchos años, que finalmente deja entrever sus frutos.
  
A mi familia ya no le afecta directamente nada de esto. Mis hijos, todos ellos, ya están fuera de los niveles educativos donde se imparte la EpC. El que fue objetor y estuvo casi un curso entero sin entrar a las clases de Filosofía y Ciudadanía en Bachillerato, ya está en segundo de su carrera universitaria. El diario completo de todo lo que ocurrió con su objeción de conciencia está guardado en el archivo de este blog. No fue un camino fácil, pero sí decisivo en su educación, ya que aprendió en vivo y en directo lo que es la participación social activa. El otro hijo por el cual objetamos no llegó a cursar la EpC porque pasó a ciclos de formación profesional. Aún así, el fin de la EpC será una fabulosa noticia para nosotros.
  
Será una fantástica noticia porque supondrá el fin de una pesadilla; porque coronará con el laurel de la victoria a los chicos y chicas que tanto han sufrido por culpa de este capricho de Zapatero; porque será la recompensa definitiva a los esfuerzos de los padres y de los profesionales que tanto les han apoyado; porque demostrará que la participación social de base es posible y eficaz cuando de una causa justa se trata; porque nos hará sentir que tanto trabajo no ha sido en vano, porque las cosas apuntan a que no todo está perdido en política y a que no todos los políticos son iguales; porque la puñetera EpC se nos había atragantado ya de una forma que se había hecho insoportable.
  
Ahora sólo resta esperar a las elecciones y, si gana el Partido Popular, darle la cascarra a Rajoy para que cumpla pronto y bien el compromiso adquirido en su programa. Espero que el próximo curso escolar la EpC ya sea historia. Si no, nos veremos las caras, D. Mariano. Es muy importante también que el PP tenga mucho cuidado en el diseño de esa nueva “educación cívica” que sustituirá a la EpC. Es de esperar que no se convierta en un nuevo intento adoctrinador, aunque sea de otro signo. Estaremos vigilando, Sr. Rajoy, eso ni lo dude, porque no queremos imposiciones ideológicas de nadie, ni de la izquierda, ni de la derecha, ni del centro. Gracias, Sr. Rajoy, y suerte el 20-N. Esperamos mucho de usted.
  

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