Las plataformas contra EpC seguirán defendiendo sus derechos.
La supresión de la actual Educación para la ciudadanía es una
victoria del movimiento ciudadano nacido contra el adoctrinamiento en
las aulas, que ha agrupado a miles de familias en plataformas locales.
Al implicarse, los padres objetores se han constituido en un agente
educativo de primer orden, al que centros y Administraciones deben tener
en cuenta en el diálogo escolar. Y avisan: seguirán velando por la
educación de sus hijos.
El último capítulo en la batalla contra Educación para la ciudadanía lo escribía, la semana pasada, el nuevo ministro de Educación, don José Ignacio Wert, al anunciar que sustituiría la actual EpC
por otra asignatura «libre de contenidos controvertidos y susceptibles
de caer en el adoctrinamiento». Sin embargo, los verdaderos
protagonistas de esta historia son las familias de los 55.000 niños
objetores que, con todo en contra, desafiaron al Estado para defender
sus derechos; padres que tuvieron que soportar amenazas de que sus hijos
no pasarían de curso, o no se graduarían en la ESO, que vieron
publicados los datos de sus hijos en el Boletín Oficial de la Junta de
Andalucía, y a los que marearon con vaivenes burocráticos de todo tipo,
incluso en centros que decían compartir sus valores. E hijos que se
vieron vejados, ante sus compañeros, por profesores y directores; que
pasaban las horas de EpC en el pasillo, o en el patio en pleno
invierno; que eran predispuestos contra sus padres por los inspectores; y
que, en suma, aprendieron demasiado pronto el precio de la libertad.
Vigilando y proponiendo
Ahora, los cientos de plataformas de familias
objetoras repartidas por España, lejos de dar por terminada su misión,
se han constituido en un nuevo agente educativo que el Gobierno, las
Administraciones locales y autonómicas, y los propios centros pueden y
deben tener en cuenta, al abordar cuestiones relativas a la educación.
Así lo explica don Jorge Sánchez Tarazaga, Presidente de una de esas
plataformas, Valencia Educa en Libertad: «La sustitución de EpC
es un avance que celebramos, pero habría sido necesario, y más
práctico, suprimirla de raíz. No hacía falta la nueva asignatura
anunciada por Wert, cuyos contenidos ya se daban antes de forma
transversal, y que restará horas a otras materias». Y añade: «EpC fue el caballo de Troya tras el cual vino un ejército: educación sexual obligatoria, talleres de todo tipo, Ciencias para el Mundo Contemporáneo...
Así que los padres seguimos en activo, vigilando la educación de
nuestros hijos, colaborando con la Administración y con otros agentes
educativos, e informando a otras familias, no sólo para denunciar
diferentes problemas educativos, sino aportando soluciones que a todos
benefician, empezando por los alumnos. No se puede desaprovechar este
capital humano, si queremos un mejor sistema educativo».
José A. Méndez
Fuente: Alfa y Omega.
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