El estudio 'Equidad y calidad de la educación' incluye una serie de recomendaciones para mejorar el rendimiento de los sistemas educativos.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) urge a sus países miembros a invertir en educación como solución a largo plazo de la crisis económica, ante el coste que tiene para la sociedad y los individuos el fracaso escolar de sus estudiantes. En su estudio sobre Equidad y calidad de la educación, difundido estos días en París, concluye que una población con niveles reducidos de enseñanza mina la capacidad de producir, crecer e innovar de sus países, además de perjudicar la cohesión social e imponer gastos adicionales a la Administración pública.
Madrid.
En
los países de la OCDE, casi uno de cada cinco estudiantes no alcanza un
nivel básico mínimo de habilidades para desenvolverse en las sociedades
actuales (indicativo de falta de inclusión), y los estudiantes de entornos
socioeconómicos bajos tienen el doble de probabilidad de desenvolverse
de manera deficiente, lo que implica que las circunstancias personales
o sociales son obstáculos para su potencial educativo (indicativo de falta
de equidad o justicia). La falta de equidad e inclusión provoca fracasos
escolares, lo cual significa que, en promedio, uno de cada cinco adultos
jóvenes abandona sus estudios antes de terminar la educación media superior.
La cara más visible del fracaso escolar, según la OCDE, es el abandono de la escuela, que en 2011 había alcanzado al 20 % de los jóvenes de entre 25 y 34 años de los Estados miembros de la organización, con variaciones que van del 3 % en Corea, al 36 % en España o al 62 % en Turquía.
La OCDE precisa que en 2010 había unos 15 millones de jóvenes parados en sus países miembros, cuatro millones más que en 2007, así como que solo la mitad de quienes habían dejado la escuela tenían un empleo, lo que les hace más dependientes de las ayudas sociales y sanitarias públicas.
Los sistemas educativos con el rendimiento más alto en los países de la OCDE combinan calidad con equidad. El informe, cuyo título completo es Equidad y calidad de la educación. Apoyo a estudiantes y escuelas, ofrece recomendaciones de políticas para sistemas educativos de manera que se contribuya a que todos los menores cumplan de manera exitosa su escolaridad.
“Reducir el fracaso escolar ahorra gastos a largo plazo”, ha explicado a Efe Beatriz Pont, experta de la OCDE y una de las autoras de este análisis, para quien el crítico contexto económico actual es una razón de más para “no bajar la guardia y seguir apostando por su mejora”.
El
estudio recopila datos de evaluaciones anteriores de la organización y
no presenta un ránking nuevo de los países mejor o peor situados, sino
que aprovecha esa información para ofrecer recomendaciones sobre políticas
que se han demostrado efectivas.
Su alerta parte de la base de que un sistema educativo justo puede corregir desigualdades económicas y sociales más amplias y reducir el desempleo juvenil. En 2009, según sus datos, el 84 % de las personas con educación superior de los países miembros de la OCDE trabajaba, frente al 56 % de quienes no habían acabado la secundaria.
Por ello, desde el informe se destaca la importancia de atajar el problema desde la fase más temprana de la educación, porque desde un punto económico, según sus cálculos, cada dólar invertido en esa etapa genera posteriormente entre siete y diez céntimos al año.“El fracaso escolar penaliza a un niño de por vida”, lamenta la OCDE, que parte de la evidencia empírica para diseñar un sistema que evite que las circunstancias personales o sociales obstaculicen el éxito educativo, y que consiga que todos los individuos alcancen un nivel mínimo de habilidades.
Este organismo internacional subraya que uno de los primeros factores que contribuye a prevenir el fracaso escolar es eliminar la repetición de cursos, “una práctica costosa, pero que no mejora los resultados educativos”, y que debe prevenirse con apoyo temprano y a lo largo del curso.
La OCDE añade en su estudio que “la separación temprana ejerce un efecto negativo en los alumnos asignados a niveles más bajos y aumenta las desigualdades sin elevar el rendimiento medio”, por lo que apuesta por postergarla a la educación media superior y, entre otras, limitar la cantidad de materias objeto de esa selección. Igualmente subraya que el apoyo a los docentes, al clima de estudio y a los incentivos que retengan a los mejores profesores constituyen puntos claves en el reto de mejorar los rendimientos educativos.
En
el informe de la OCDE se concluye que las personas con más escolaridad
contribuyen a la existencia de sociedades más democráticas y a economías
más sustentables, y son menos dependientes de la ayuda pública y menos
vulnerable a las contracciones económicas. Las sociedades con individuos
capacitados están mejor preparadas para responder a las crisis actuales
y futuras posibles. Por tanto, se recomienda en el estudio, “invertir
en la educación preescolar, primaria y secundaria para todos, y en particular
para niños de entornos socioeconómicos en desventaja, es a la vez justo
y económicamente eficiente”.
En el camino de la recuperación económica, la educación se ha convertido en un elemento central de las estrategias de crecimiento de los países de la OCDE. Para ser eficaces en el largo plazo, se precisa en el estudio, las mejoras en la educación necesitan “garantizar el acceso de todos los estudiantes a una educación temprana de calidad, que permanezcan en el sistema al menos hasta el final de la educación media superior, y que reciban las habilidades y conocimientos que necesitarán para una integración social y al mercado laboral eficaz”.
Una de las estrategias educativas gubernamentales más eficaces es invertir desde la educación temprana y hasta el nivel medio superior. Los gobiernos pueden evitar el fracaso escolar y reducir la deserción y el abandono temprano mediante dos enfoques paralelos: la eliminación de las prácticas a nivel del sistema que entorpezcan la equidad, y ayudar a las escuelas en desventaja con rendimiento deficiente. Sin embargo, se resalta en el informe de la OCDE, las políticas educativas necesitan alinearse con otras medidas gubernamentales, como vivienda o bienestar social, para garantizar el éxito estudiantil.
En
el estudio de la OCDE se advierte que “el diseño de los sistemas educativos
puede exacerbar las desigualdades iniciales y tener un impacto negativo
en la motivación y compromiso del estudiante, llevando eventualmente al
abandono escolar”. Cinco recomendaciones contribuyen a prevenir el fracaso
y a promover la conclusión de la educación media superior, según se precisa
en el informe:
Eliminar la repetición de cursos. La repetición
de cursos es costosa y no mejora los resultados educativos. Entre otras
estrategias para reducir esta práctica se encuentran las siguientes: evitar
la repetición al abordar las lagunas de aprendizaje durante el año lectivo;
fijar un pase automático o limitar la repetición a materias o módulos
reprobados con apoyo especial; y fomentar la toma de conciencia con el
fin de cambiar el apoyo cultural para la repetición.
Evitar la separación temprana. La selección temprana de estudiantes
ejerce un efecto negativo en los alumnos asignados a niveles más bajos
y aumenta las desigualdades sin elevar el desempeño promedio. Esta selección
debe postergarse a la educación media superior mientras se refuerza una
escolaridad más completa. En contextos en los que no haya mucha disposición
a retrasar las divisiones tempranas de grupos, suprimir los niveles o
grupos más bajos puede mitigar sus efectos negativos.
Administrar la elección de escuela para evitar la segregación. Proporcionar
plena libertad de elección de escuela a los padres puede dar por resultado
la segregación de estudiantes según sus capacidades y antecedentes socioeconómicos,
y generar mayores desigualdades en los sistemas educativos. Los programas
de selección pueden diseñarse y gestionarse para equilibrar la elección
mientras limitan su efecto negativo en la equidad. Hay diversas opciones:
mediante esquemas de elección controlada se combina la elección de los
padres y se garantiza una distribución más diversa de estudiantes.
Nuevas estrategias de financiación. Los recursos
disponibles y la manera como se gastan influyen en las oportunidades de
aprendizaje de los estudiantes. Para asegurar la equidad y la calidad
en los sistemas educativos, las estrategias de financiación deben garantizar
el acceso a una educación y atención de la primera infancia (EAPI) de
calidad, en especial para familias en desventaja; y aplicar estrategias
de financiamiento, como fórmulas de financiamiento ponderado, que tomen
en cuenta que los costos de la instrucción de los estudiantes en desventaja
pueden ser más elevados.
Diseñar trayectorias equivalentes de educación media superior. Si bien la
educación media superior es un nivel estratégico de la educación para
individuos y sociedades, entre un 10% y un 30% de los jóvenes que empiezan
no terminan este nivel. Las políticas para mejorar la calidad y el diseño
de la educación media superior pueden otorgarle más relevancia para los
estudiantes y asegurar la terminación.
Mejorar
las escuelas
Por
otra parte, las escuelas con mayores proporciones de estudiantes en desventaja
corren un mayor riesgo de dificultades que provoquen menor rendimiento,
lo que afecta a los sistemas educativos en su conjunto. Las escuelas en
desventaja de bajo rendimiento a menudo carecen de la capacidad o apoyo
internos para mejorar, en tanto directores, maestros y entorno, salones
de clases y vecindarios escolares con frecuencia no logran ofrecer una
experiencia de aprendizaje de calidad para quienes padecen mayores desventajas.
En el estudio de la OCDE se incluyen otras cinco recomendaciones de políticas
que han demostrado su eficacia para apoyar la mejora de las escuelas en
desventaja de bajo rendimiento:
Fortalecer y apoyar a la dirección escolar. La dirección
es el punto de partida para transformar las escuelas en desventaja de
bajo rendimiento, pero a menudo los directores no fueron la mejor elección,
o no cuentan con la preparación o el apoyo adecuados para ejercer su cargo
en esas escuelas. Además, para atraer y retener a los más competentes
es necesario que las políticas ofrezcan buenas condiciones de trabajo,
apoyo sistémico e incentivos.
Un clima y ambiente escolares propicios para el aprendizaje. Las escuelas
en desventaja de bajo rendimiento corren el riesgo de enfrentar ambientes
difíciles para el aprendizaje. Las políticas específicas para estas escuelas
deben concentrarse más que las dedicadas a otros centros en lo siguiente:
dar prioridad al desarrollo de relaciones positivas maestro-alumno y entre
compañeros; promover sistemas de datos informativos para el diagnóstico
de las escuelas con el fin de identificar a los estudiantes en problemas
y los factores que obstaculicen el aprendizaje; adecuar la asesoría y
tutoría estudiantiles para apoyar a los alumnos y facilitar sus transiciones
de modo que continúen su educación.
Atraer, apoyar y retener a maestros de alta calidad. A pesar del gran efecto de los maestros en el desempeño
de los estudiantes, las escuelas en desventaja no siempre cuentan con
los mejores maestros en su personal. Las políticas deben elevar la calidad
docente para las escuelas y estudiantes en desventaja con las siguientes
acciones: proporcionar educación docente dirigida que garantice que los
maestros reciban las habilidades y conocimientos que necesitan para trabajar
en escuelas con estudiantes en desventaja; ofrecer programas de tutoría
para los maestros noveles; procurar condiciones de trabajo favorables
para mejorar la eficiencia docente y la retención de maestros; y establecer
incentivos económicos y de carrera adecuados para atraer y retener a los
maestros de buena calidad en las escuelas en desventaja.
Garantizar estrategias de aprendizaje eficaces. A menudo,
las expectativas académicas son más bajas para las escuelas y estudiantes
en desventaja, aunque se ha demostrado que algunas prácticas pedagógicas
logran mejorías en alumnos de bajo desempeño. Para mejorar el aprendizaje
en clase, las políticas necesitan asegurar y facilitar que las escuelas
en desventaja promuevan una combinación equilibrada de instrucción centrada
en el estudiante con prácticas curriculares alineadas y la evaluación.
Prioridad a la vinculación entre las escuelas y los padres y comunidades.
Por múltiples razones económicas y sociales, los padres
en desventaja tienden a participar menos en el ámbito escolar de sus hijos.
Se necesitan políticas que aseguren que las escuelas en desventaja den
prioridad a sus vínculos con padres y comunidades, y mejoren sus estrategias
de comunicación para alinear los esfuerzos de escuelas y padres de familia.
Las estrategias más eficaces se dirigen a los padres más difíciles de
localizar, e identifican y animan a los individuos de esas mismas comunidades
para que sean tutores de los alumnos. Establecer vínculos con las comunidades
en donde se encuentran las escuelas, con las partes interesadas tanto
comerciales como sociales, también fortalece a las escuelas y a sus estudiantes.
Fuente: Comunidad Escolar.
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