sábado, 29 de enero de 2011

Estudiantes en el extranjero

Por Vicente Garrido.

Será el futuro quien juzgue si este mundo globalizado ha traído más oportunidades o miserias al bienestar de todos, pero no cabe duda de que está permitiendo el mayor conocimiento de otras gentes y culturas, un proceso facilitado por la proliferación de vuelos de bajo coste. Entre los jóvenes la oportunidad de vivir un tiempo en el extranjero debería ser algo más que una posibilidad, casi lo consideraría una obligación, pues no observo sino ventajas en aquellos estudiantes que han pasado unos meses con una beca Erasmus y me relatan sus experiencias. Pero todavía más: creo que estar fuera de España pronto será una necesidad si seguimos acumulando más paro entre los jóvenes menores de 25 años, que actualmente se acerca al 50%. 
 
Hace unos días hablé con una ex alumna de la Universitat. Había estado viviendo un año en Buenos Aires, y luego otros dos en California, como profesora de español. Estaba pensando qué hacer con su futuro, pero no cabe duda de que ella disponía ahora de ese futuro como una realidad ilusionante ante sus ojos. 
 
En esta situación tan lamentable en la que viven nuestros jóvenes, mi mensaje está claro: marcharse de aquí, disfrutar de unos años de aprendizaje profesional y vital, aunque sea trabajando de forma parcial para lograrlo. El mundo no termina en España, y antes que ver angostarse a los chicos en espera de un contrato de prácticas efímero y una situación insostenible en sus casas, prefiero que intenten mejorar su formación y su horizonte vital en cualquier otro lugar. ¿Por qué no Brasil, donde el español es ahora tan importante? Del mismo modo que los ingleses llevan viviendo años impartiendo clases de su lengua, el español, a pesar del ninguneo que le hacemos aquí, es también una puerta de acceso a muchos lugares del mundo. Puede ser un inicio para luego, una vez mínimamente instalado, buscar otras opciones más acordes con los intereses y capacidades de uno. 
 
No sé cuánto tiempo podemos soportar una sangría tan demoledora: perder la savia nueva de la juventud es condenarse al suicidio como nación. Ya es bastante problema ese tercio de chavales que no obtienen ni el graduado en la enseñanza obligatoria, como para condenar a los titulados en la universidad o en otros estudios a vagar como zombies por una realidad que nuestra clase política parece incapaz de cambiar. Alguien dijo hace poco que no sería descabellado pensar que, ante ese paro intolerable, los jóvenes podrían un día levantarse y crear un nuevo 'Mayo del 68'. De verdad, ¡qué mal lo hemos hecho con ellos! Primero les facilitamos una vida regalada y luego les decimos que el pastel sólo se lo podrán comer si permanecen en casa. Y yo les digo: salid de este país y aprended a vivir.
 
Fuente: Las Provincias.

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