miércoles, 26 de enero de 2011

Las raíces del mal

Por Santiago Martín.

Según se prolonga en el tiempo la crisis económica, se van oyendo voces autorizadas que señalan otras razones de la misma, más allá del problema creado por los Bancos con sus créditos irresponsables. Por ejemplo, está la cuestión demográfica, gravísima para países como España, que ha vivido muchos años con una tasa de natalidad muy baja y que ahora ve que no puede pagar las pensiones de los jubilados porque no hay suficientes personas trabajando; esto no hubiera sucedido si no se hubieran asesinado más de un millón de niños mediante el aborto desde que éste se legalizó en España; con una tasa que oscila en torno a los 120.000 abortos anuales, ¿a alguien le cabe duda de que eso tenía que repercutir forzosamente en la pirámide de población, dando paso a una sociedad de viejos? Ahora la solución que plantean es la de la eutanasia, para acabar con todos los que se resisten a morir y se convierten en una carga para un Estado que antes les ofreció vivir por encima de sus posibilidades.
 
La otra cuestión que preocupa grandemente a los analistas es la de los jóvenes. Si nos fijamos también en España, y no es el único caso, nos encontramos con varias generaciones que están mal preparadas para la dura lucha competitiva que supone un mercado globalizado. Comparados, sobre todo, con los jóvenes asiáticos, los españoles y en general los europeos no tienen disciplina, sentido del deber, capacidad de sacrificio e incluso, aunque han tenido a su alcance los mejores medios, tienen un nivel de formación bajo. Si profundizamos un poco más en este análisis sociológico, lo que vemos es una gran parte de la juventud entregada al hedonismo y que aspira sólo a trabajar poco, ganar mucho y gastar todavía más; quieren vivir sin asumir responsabilidades familiares porque usan ampliamente del sexo y, cuando al fin asumen esas responsabilidades, el tipo de vida que han llevado antes les ha hecho tan frágiles que a muchos les resulta imposible mantenerlas; de ahí la elevadísima tasa de divorcios, con el consiguiente sufrimiento e incluso con la caída en el nivel de vida para los que se ven afectados por el mismo.
 
Pues bien, hecho este análisis resulta extraordinariamente preocupante que el Gobierno que ha sido responsable de la mala educación de los jóvenes españoles, quiera ahora dar una última vuelta de tuerca para rematar su labor destructiva. La asignatura Educación para la Ciudadanía representa ese definitivo intento de destrucción de las raíces morales de los jóvenes pues conlleva un cambio radical en el concepto de quién tiene derecho a educar. Ese derecho siempre se ha visto radicado en la familia y sólo cuando ésta se mostraba incapaz de ejercerlo –por ejemplo, en el caso de padres drogadictos, violentos o que abandonan a sus hijos-, el Estado lo asumía de forma subsidiaria. Pues bien, ahora es el Estado el que tiene el derecho a educar y los padres van a poder hacerlo en aquellas parcelas que al Estado se le antoje ceder; los padres no tienen ya la última y principal palabra en la educación de los hijos e incluso van camino de no tener ninguna. Esto es claramente un totalitarismo estatal, al menos en el campo educativo, que asemeja al Gobierno español con las peores dictaduras comunistas de la historia.
 
No se trata de acusaciones infundadas. Están basadas en las palabras del abogado del Estado cuando, ante el Tribunal Constitucional, ha defendido el derecho del Estado a imponer Educación para la Ciudadanía aunque los padres no quieran que esa asignatura –que según el mismo abogado tiene como objetivo educar en el relativismo- la tengan que estudiar sus hijos. Por si no hubiera quedado claro, esta semana, el ideólogo en materia educativa del Gobierno de Rodríguez Zapatero, Peces Barba, ha afirmado que “quien marca el modelo de enseñanza no son los padres, sino el Estado”, pues “los padres nos se han preocupado nunca de la educación de los niños. En su momento la abandonaron a unos maestros ignorantes, después a religiosos”. “La educación democrática –concluye- corresponde a los poderes públicos”. Para rematar la faena, Peces Barba termina pidiendo que se ataque a la Iglesia. “La sociedad española merecería tener un poquito de anticlericalismo”.
 
El problema de fondo no es que ideólogos cada vez más estalinistas como Peces Barba estén animando a las bases sociocomunistas radicales a volver a la quema de templos y al asesinato de curas, por muy grave que esto sea. El problema es que quieren destruir la sociedad por la vía de la destrucción de la juventud, educándoles en un permisivismo moral que no sólo les mantenga drogados a base de sexo libre, sino que les impida asumir las obligaciones que cualquier ser humano tiene que asumir. Muchos padres, la mayoría, ni se enteran de qué va la jugada. Como no se enteraron de lo que iba a pasar con la ley del aborto. Se quejan de que no hay dinero para las pensiones o de que sus hijos se han vuelto intratables porque son unos egoístas. Miran los frutos y no les gustan, pero siguen sin ver que la culpa está en las raíces.

http://www.magnificat.tv/comentario20110123.php

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