sábado, 18 de junio de 2011

La imposición del homosexualismo político

Por Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia.
  
 La anunciada nueva ley sobre igualdad de trato supone una nueva amenaza a la libertad, pues, bajo la aparente bondad de su título, pretende imponer en la vida pública y privada los criterios gubernamentales en temas tan delicados como la valoración de las distintas conductas sexuales. Esta nueva vuelta de tuerca para introducir la ideología de género en España nos invita a reflexionar sobre el intento, cada vez más presente en nuestra sociedad, de imponer coactivamente en la escuela la visión de la sexualidad que tienen la ideología de género y lo que en otras tierras se llama homosexualismo político.  
  
Alegando que existen niños y adolescentes que pueden sentirse discriminados por su tendencia homo o transexual, pretenden algunos imponer obligatoriamente que en la escuela se enseñe como evidente la llamada diversidad afectivo sexual, y que esa diversidad debe ser vista como normal y éticamente positiva. Dicho de otra manera, la propuesta consiste en que a los niños desde Primaria se les enseñe que en materia de sexualidad todo es igual de valioso y que cualquier práctica u orientación sexual es digna de aprecio y valoración positiva; que en este campo no existe más criterio que lo que cada uno desee. Se pretende así imponer una normalización social de la homosexualidad y la transexualidad desde la escuela, como si tal visión de las cosas fuese la única legítima y admisible. Y además al servicio de este intento de reingeniería social, el homosexualismo político pretende involucrar al Estado y al sistema educativo en claro desprecio a la libertad y el pluralismo.
 
Este planteamiento ideológico tiene una clara matriz totalitaria, pues pretende obviar el dato de hecho de que, respecto a la sexualidad (y, por tanto, también respecto a la conducta homosexual), existen visiones u opiniones distintas en nuestra sociedad y que esa pluralidad de visiones cuenta con el amparo de la libertad ideológica y religiosa constitucionalmente garantizada. En una sociedad libre nadie puede imponer a los demás su visión de la sexualidad, ni de las conductas homosexuales en particular, ni pretender que el Estado ponga al servicio de esa imposición la escuela de todos.
 
Es hora de que en España se denuncie esta tentación totalitaria por la que se está deslizando nuestra democracia, al ceder tantas instancias -incluyendo, y esto es especialmente preocupante, los más altos tribunales de Justicia- ante las pretensiones de la ideología de género y el homosexualismo político de acabar con la libertad de pensamiento en materia de sexualidad. Frente a ello, reivindico y exijo el respeto democrático a: 
 
- la libertad de opinión en todo lo que tiene que ver con la concepción del matrimonio, la sexualidad (y la conducta homosexual) o la moral sexual;
 
- la libertad de los centros escolares para definir proyectos pedagógicos plurales y diversos y la libertad de los padres para optar entre tales proyectos;
 
- el veto al adoctrinamiento en la escuela pública en una única visión de la sexualidad aduciendo razones infundadas de salud pública;
 
- el rechazo a las propuestas para restringir la libertad de pensamiento sobre la conducta homosexual como si de atentados a una presunta igualdad de género se tratara; 
 
- la denuncia de los intentos de imponer los prejuicios del homosexualismo político como obligatorios, encubriendo -como exigencias de la lucha por la igualdad y contra la discriminación por razón de orientación afectivo-sexual- las imposiciones ideológicas del lobby gay y sus pretensiones de presencia en todos los ámbitos de la vida social, educativa y empresarial.
 
  
Intolerancia hacia la libertad
  
En la sociedad española está brotando una agresiva intolerancia hacia la libertad en materia de ideas sobre la sexualidad (y, en particular, sobre la conducta homosexual) de la que conviene defenderse para preservar la libertad de pensamiento y el pluralismo. Y la mejor defensa frente a los ataques a la libertad es ejercerla denunciando tales ataques.
 
Es significativo que el mismo Gobierno que quiere imponer desde el Estado la visibilidad obligatoria en la escuela y la empresa de lo gay, se empeñe con igual pasión en excluir la visibilidad educativa y social -¡no impuesta, sino espontánea!- de lo cristiano. Quizá esta palmaria contradicción ayude a desvelar el trasfondo ideológico de las posturas gubernamentales, que no es otro que el seudoprogresismo laicista de género que supone el mayor riesgo para las libertades en la Europa actual, como lo fueron las ideologías totalitarias en el siglo pasado. 
  
Fuente: Alfa y Omega.

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