M. Ángeles Burguera | 17-jun-2011
En las últimas semanas Brasil y Francia han protagonizado movilizaciones y protestas en contra de programas escolares o libros de texto que incorporan la ideología de género y difunden entre los estudiantes la idea de que el sexo no tiene raíz biológica sino que es resultado de la propia evolución. La reacción ha llevado a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, a retirar una campaña anti-homofobia, dirigida a niños y niñas de 11 años, y en Francia ha permitido un cruce de argumentos entre científicos, políticos y ciudadanos, en una polémica que todavía no se considera resuelta.
Las reacciones cívicas parecen demostrar que la ideología de género sigue teniendo muchos detractores y, lejos de ser aceptada de manera general, genera la respuesta de padres y educadores. Una carta en la prensa de la ex ministra cristianodemócrata, Christine Boutin, pedía al actual ministro de Educación la retirada de los manuales de la asignatura Ciencias de la Vida y de la Tierra, por incluir contenidos “inspirados explícitamente en la teoría de género” y no respetar “la neutralidad de los valores republicanos” que la autoridad pública debería defender.
“¿Cómo se puede presentar en un manual, que se considera científico, una ideología que consiste en negar la realidad: la alteridad sexual entre el hombre y la mujer?”, se pregunta la ex ministra. Según Boutin, los nuevos libros de texto ni siquiera responden a las líneas marcadas por el sistema educativo para la asignatura, que se plantean “comprender los componentes biológicos principales del ser masculino y femenino”.
“El Ministerio de Educación –advierte Boutin– no debe sobrepasar su misión, que es instruir dentro de la neutralidad de los valores republicanos y el respeto de las creencias de los alumnos y de sus familias, y no enseñar, confiriéndoles un estatuto pseudo-científico, teorías sobre el ser humano y la sexualidad”.
La carta de Boutin, que enlaza con un movimiento de familias católicas en campaña contra los libros de texto aprobados recientemente, ha chocado de frente con asociaciones de investigadores en estudios de género que ven en las protestas un intento de imponer censuras políticas “inaceptables” a las líneas de trabajo de los científicos, que solo podrían ser juzgadas –dicen– por otros profesionales similares. En opinión de los científicos, invocar la “libertad de conciencia de las familias” y la responsabilidad de los padres en la educación de los hijos no tiene ningún sentido.
En una tribuna abierta publicada en Le Monde (14-06-2011), Florence Rochefort descalifica las críticas como si fueran un intento de perpetuar las desigualdades o de imponer ideas de matriz religiosa frente al enfoque científico. “La ciencia –dice– se une aquí al feminismo: no se nace mujer, ni tampoco hombre, se llega a serlo. En democracia, la anatomía no es un destino”. Pero los grupos que se adhieren a su artículo son dos o tres de una sola tendencia: asociaciones de estudios feministas y de género.
Retirada en Brasil
Pero al igual que la ex ministra francesa, los padres brasileños también consideran que a ellos les corresponde la última palabra en la educación de sus hijos. El programa “Escuelas sin homofobia” –auspiciado por el Ministerio de Educación y el de Sanidad , y al que el gobierno destinó una cifra superior al millón de dólares–, ha tenido que ser retirado, al comprobarse que los materiales de la campaña estaban diseñados para que niños y adolescentes aceptaran activamente la homosexualidad.
Cuando empezaron a conocerse los materiales preparados para este programa hubo fuertes protestas, a través de Internet y en el Parlamento. Un grupo de 74 diputados de iglesias evangélicas, que respaldan al gobierno, amenazaron con retirar su apoyo. Los Ministerios implicados se defendieron diciendo que el material no había sido aún aprobado y que había sido elaborado por ONG que cooperan con el gobierno. Es decir, da la impresión de que estos grupos estaban intentando difundir sus propias ideas aprovechando los medios del gobierno.
La fuerza cada vez mayor de las posiciones a favor de la vida y la familia entre el electorado de ese país ha llevado a la presidenta a eliminar el programa y a comprometerse de cara a actuaciones futuras: “el gobierno puede enseñar que es necesario respetar las diferencias”, aseguró, “pero no interferir en las vidas privadas de las personas o autorizar políticas públicas para defender posturas concretas”, declaró la presidenta Dilma Rousseff tras frenar la campaña.
Contra la imposición en la ONU
Las reacciones contrarias al nuevo concepto de género también protagonizaron las conclusiones de la 55 comisión sobre el estatus de la mujer del Consejo Económico y Social de la Naciones Unidas, el pasado mes de marzo en Nueva York. El observador permanente de la Santa Sede, Francis Chullikatt, denunció en esa ocasión “un intento más de imponer la ideología de género” en los documentos propuestos para la firma, al modificarse el uso corriente de género, equivalente a sexo femenino o masculino, por otro más radical, que favorece una identidad sexual cambiante.
El observador vaticano también explicó que si Naciones Unidas incluye y generaliza esa visión de género se pone en tela de juicio el sistema de derechos humanos, pues se pierden las referencias a la Declaración Universal que los reconoció –que sí habla de la dignidad de la persona como hombre y mujer– y como consecuencia el derecho de los padres a la educación de los hijos, que también incluye esa misma declaración.
Fuente: Aceprensa.
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