Uno de los problemas culturales, institucionales y económicos españoles es su sistema educativo. Primero porque desde hace unas décadas su funcionamiento es una ruina, tanto respecto a los recursos humanos como materiales. En lo humano, la implantación del sistema Logse estiró las labores del profesorado, sumergiéndolo en un alud de burocracia, indicaciones pedagógicas, especificaciones “curriculares” que arruinan vocaciones, desaniman al docente y bajan su rendimiento en las aulas. La creencia de que el fracaso escolar era responsabilidad del sistema inundó los colegios de especialistas y pedagogos. Así que en lo material, la avalancha de especialistas, mediadores o pedagogos en los colegios ha disparado el gasto en educación. Y segundo, y sobre todo, los alumnos españoles salen pésimamente formados de él. Y ello porque su objetivo actual es el igualitarismo educativo, lo que sólo puede lograrse rebajando el nivel de la enseñanza al nivel de los peores alumnos. Y parte fundamental de este igualitarismo es el adoctrinamiento ideológico, al que sin interrupción llevan sometiéndose los escolares españoles desde que la nociva Logse fue puesta en marcha por Felipe González, Javier Solana y Pérez Rubalcaba. La sovietista Educación para la Ciudadanía es sólo la expresión zafia de un adoctrinamiento que viene de entonces.
La recuperación de la educación pública no pasa por unos recortes económicos superficiales. O no sólo. El verdadero problema no son las horas lectivas, ni las contrataciones de interinos; sí lo es la tiranía pedagogista en los colegios, que es la que desangra los recursos en educación y quema al profesorado. Y más allá de eso, el previsible desplome izquierdista del 20-N da al PP la oportunidad de acabar con el disparate logsiano, cuyo peor efecto ha sido una generación de escolares perdida para el conocimiento, pero sujeta férreamente por la cháchara ideológica socialista.
Fuente: La Gaceta.
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