Por Carlos Rodríguez Braun.
He tenido la oportunidad de leer «Hijos de la Logse», que Francisco Robles publicó hace un par de años en la Editorial Toro Mítico. Es un libro inquietante, por lo que cuenta y por lo que permite pronosticar. Relata la historia de cómo la izquierda decidió «envolver a buena parte de la juventud en un apacible letargo» y utilizar la excusa de la superación de la dictadura franquista para imponer un totalitarismo democrático que gira, como todos los demás totalitarismos, en torno a la educación, en este caso «la morralla pedagógica inventada por los que no habían cogido una tiza en su vida» pero sí sabían cómo fomentar la irresponsabilidad y arrasar con normas, códigos y catecismos.
Francisco Robles denuncia sus mentiras sectarias, su intolerancia agresiva contra los que no obedecen y no callan, y su resultado letal, muy particularmente padecido por aquellos a los que siempre presumen de ayudar: los más pobres.
Pero si la historia es triste o indignante, la moraleja es desoladora. En efecto, aunque hayan perdido las últimas elecciones y puedan perder las próximas, alguna vez los socialistas volverán a ganar, y lógicamente intentarán promover su agenda colectivista, en especial en la educación, desacreditando el esfuerzo, el estudio y el aprendizaje, sometiendo al individuo a la superioridad del grupo, y confundiendo «la inocencia con el infantilismo, la libertad con el capricho y la espontaneidad con la desinhibición».
Fuente: La Razón.
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