sábado, 24 de diciembre de 2011

"De un buen profesor no te olvidas jamás"

Inger Enkvist, hispanista, ensayista y pedagoga sueca.
   
Foto: Maite Cruz

"Tengo 64 años. Nací y vivo en Suecia, en la ciudad universitaria de Lund, donde soy catedrática de español. Soy asesora del Ministerio de Educación sueco. Estoy casada, tengo dos hijos y cinco nietos. La educación debería estar por encima de la política de partido. Soy cristiana". 
  
Ima Sanchís
 
La lengua
  
Fue profesora de ESO y de bachillerato, ha enseñado inglés, francés y español y llegó a la conclusión de que lo que proponían la mayoría de gobiernos en educación no cuadraba con lo que funcionaba en el aula, así que se especializó en pedagogía. Es asesora de educación del Gobierno sueco. Sus estudios se basan en el análisis de políticas educativas mundiales y la comparación entre ellas. Critica "la nueva pedagogía" y aboga por el esfuerzo del alumno y porque el aprendizaje de contenidos, en especial la lengua, ocupen un papel central. Ha venido a Barcelona invitada por Fundació Educativa La Trama y ha presentado La buena y la mala educación, ejemplos internacionales (editorial Encuentro).
  
¿Cuál es el problema?
  
Occidente ha creído que la educación era un bien ya conquistado y han dejado de exigir esfuerzo a los alumnos. Se da por supuesto que todos se esfuerzan y no se piden resultados. Así hemos llegado a la escuela comprensiva y a la intocable autonomía del alumno.
 
Angelismo escolar.
  
Sí, buenismo escolar donde la palabra clave es inclusión, pero no por el conocimiento y el esfuerzo sino porque sí. Si entre un grupo de chicos de 15 años hay muchos con un conocimientos de 9, no hay método que pueda ponerlos al día y se rompe la famosa convivencia.
 
¿Entonces?
  

Para que haya inclusión todo el mundo tiene que aceptar hacer su trabajo. Si anteponemos la convivencia al aprendizaje se hunde todo. Poniendo el acento en el aprendizaje mejora la convivencia, está comprobado.
 
¿Algún ejemplo que seguir?
  
Los que logran mejores resultados son los finlandeses con un estilo de escuela tradicional, la que había aquí hace medio siglo.
 
¿Cómo lo hacen los finlandeses?
  
Preparando muy bien a los niños en primaria, estableciendo buenas costumbres de trabajo con apoyo inmediato al alumno que lo necesita para que no acumule retraso. Es imprescindible asegurarse de que entran en el bachillerato con unas bases bien asentadas, porque a partir de ahí, si los alumnos se perciben como malos alumnos, la repetición no suele dar buen resultado.
 
¿Qué hacer con los niños que van atrasados en primaria?
  
Dejarles claro que no pasaran de curso si no se saben las materias y volver a los controles. Refuerzo real en la escuela, y organizar una escuela de verano obligatoria para los que van atrasados. Parece duro, pero lo peor es sentirse excluido intelectualmente, no entender lo que dicen los otros.
 
¿No nos iremos al otro extremo?
  
Si no llegan al segundo ciclo sabiendo leer de manera fluida y no tienen un conocimiento del mundo, están completamente perdidos en el entorno educativo, en su mundo privado, y lo estarán en el laboral.
 
¿No exagera?
  
Se sorprendería, para muchos adolescentes un documental sobre la Guerra Mundial es una película de tiros. Su mundo es muy reducido: programación infantil, entretenimiento, películas de acción y videojuegos; el resultado es que son completamente ignorantes de todo lo que está fuera de su barrio.
 
¿Sin lectura no hay comprensión?
  
Hay pedagogos que han trabajado con los alumnos utilizando el telediario y no les ha funcionado: no entienden las palabras abstractas, los adverbios ni las conjunciones. Si no conocen la geografía no saben dónde ubicar la noticia, y desconocen a los protagonistas políticos.
 
Entiendo.
  
Les habría ido mejor si en primaria les hubieran dicho: "No puedes pasar de curso si no sabes esto", porque es más fácil que lo acepte un niño de 6 años que uno de 16.
 
Lengua y matemáticas.
  
Sin un lenguaje bien estructurado no puedes avanzar. Las palabras son tu instrumento de trabajo, si no lees no consigues dominarlo y entiendes menos de lo que ves y de lo que oyes. El gusto por la lectura es uno de los índices más claros de éxito académico, muy por encima del nivel sociocultural.
 
Están ocho horas en el colegio, ¿no es suficiente tiempo de estudio?
  

Los finlandeses están 5 horas en el colegio y no tienen demasiados deberes, en casa se dedican a leer. Se trata de calidad en la enseñanza y del aprendizaje dentro del aula.
 
¿Qué opina de la inmersión lingüística?
  
Que la educación no debería de ser una cuestión política. Catalunya debería permitir a la familia elegir entre el castellano y el catalán como lengua vehicular si lo que queremos priorizar es el dominio del lenguaje.
 
Cuénteme.
  
Lo más importante es que los niños tengan vocabulario y conocimientos, y para eso escuela y padres deben estar de acuerdo y fortalecer la lengua materna, así es más fácil aprender el otro idioma, pero como materia. En mi país se dan tres clases por semana en sueco y todo el mundo habla sueco. La lengua es un instrumento, no una meta.
 
Entiendo.
  
Entre mi universidad y la catalana había un acuerdo de intercambio de estudiantes, pero no quieren venir por la cuestión del idioma, ellos han estudiado español y quieren perfeccionarlo. Si una sociedad se cierra está quitándole oportunidades a sus jóvenes.
 
Los presupuestos destinados a la educación adelgazan.
  
En Occidente se invierte mucho más dinero en educación que en los países asiáticos y ellos obtienen mejores resultados. Se trata del tipo de educación en el que se invierte. Hay que atraer a buenos profesores, pagarles bien, y recuperar su autoridad.
 
¿De dónde los sacamos?
  
En Singapur o en Finlandia a los profesores de preescolar se les exige una nota de corte muy alta, y todos tienen un máster. Los padres saben que están muy preparados y los alumnos que ser profesor es muy difícil y que los suyos están entre los mejores del mundo. Hay que entrar en ese círculo beneficioso como sea. En la docencia lo más importante es la persona. De un buen profesor no te olvidas jamás.
  
Fuente: La Vanguardia.

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