Por Antonio Amate.
El nuevo gobierno de Rajoy ha entrado con fuerza en el ruedo nacional con un incesante anuncio de reformas. También en educación. El ministro Wert compareció la semana pasada en la Comisión de Educación del Congreso para exponer los planes que quiere desarrollar en los próximos meses.
En su intervención dejó clara su intención de mejorar los resultados de
un sistema mediocre caracterizado por una dotación de recursos
económicos por encima de la media de la OCDE y con cifras de abandono
temprano y de fracaso escolar muy por encima de esta misma media.
El ministro Wert ha planteado su primera jugada como una carambola a tres bandas. La primera reforma es también ya la más polémica: tres años de ESO, tres años de Formación Profesional y tres años de Bachillerato. Todo ello salvando el límite de la escolarización obligatoria hasta los 16 años. Junto a ello, adelantó la generalización del bilingüismo. Una reestructuración tan profunda de las enseñanzas suscita más dudas que certidumbres sobre su aplicación práctica, y particularmente en la escuela concertada, que ve peligrar la viabilidad del actual 4º curso de la ESO en los centros que no imparten bachillerato si se concreta la propuesta del ministro. Podrían verse afectados más de 1.500 colegios, miles de unidades concertadas y también miles de profesores. Es necesario que el MEC inicie cuanto antes un proceso de negociación con las patronales, sindicatos y asociaciones de padres del sector para aclarar la incertidumbre creada y actuar con más prudencia en adelante. Pienso sinceramente que estas nuevas medidas no van a obtener los resultados que se pretenden sobre la calidad de la enseñanza. Por el contrario van a conseguir lo que no se pretendía: debilitar la libertad de enseñanza y la escuela concertada. Entre el profesorado se extiende un escepticismo creciente hacia los políticos y las políticas educativas. Parece inevitable que todos los gobiernos caigan en la tentación de introducir cambios en las asignaturas, en los planes de estudio o en lo que sea de la escuela. Hacen sus experimentos y después se marchan. Dado que ninguno de los dos partidos nacionales ha querido realmente pactar la educación como una Cuestión de Estado no queda más remedio que resignarse a los vaivenes actuales y los futuros a modo de un tejer y destejer que causa gran desánimo entre el profesorado.
La segunda reforma consiste en adoptar el modelo dual alemán para nuestra formación profesional. Este es un tema difícil de abordar por su complejidad y por la distancia que separa al tejido empresarial y productivo de Alemania -grandes empresas- y al español, dominado por la pymes y micropymes. Es un gran reto prestigiar la FP y hacerla más parecida a una verdadera formación para el empleo y para iniciar una carrera profesional en las empresas. Sobre este particular es posible hacer avances significativos si se cuenta con la experiencia del sector y de los profesores que trabajan en él.
La tercera reforma consiste en el rediseño de la asignatura Educación para la Ciudadanía desparasitándola de sus contenidos adoctrinadores que tantos problemas han causado desde su implantación, provocando un fenómeno de objeciones de conciencia por parte de las familias masivo e inédito en nuestra historia reciente. Esta medida es necesaria aunque en mi opinión se queda corta. Dada la dispersión de conocimientos y la proliferación de asignaturas que agobian a nuestros alumnos creo que si la Educación para la Ciudadanía se suprimiera nadie la echaría de menos. Sus contenidos más válidos se pueden asumir desde otras áreas de conocimiento.
Estamos al comienzo de una etapa política del MEC que prometía ser mejor pero que ha derramado un jarro de agua fría nada más comenzar su andadura. Es necesario recordar al señor Wert aquel refrán que decía vísteme despacio que llevo prisa. Reformar la educación es necesario, pero hay que hacerlo con acierto y buscando realmente mejorar sus resultados. No podemos conformarnos con cualquier cosa o con un aprobado raspado. Queda mucho partido por delante y se puede remontar el resultado.
Antonio Amate es Secretario General de la Federación de Enseñanza de USO.
Fuente: Páginas Digital.
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