martes, 7 de febrero de 2012

Jaime Urcelay da las claves de la desaparición de la polémica EpC

El diario Público señala a Profesionales por la Ética como la responsable de la desaparición de la asignatura.

Gilberto Pérez/ReL 
  
Aunque sostenga que "no es para tanto" el protagonismo de Profesionales por la Ética en la desaparición de Educación para la Ciudadanía (EpC) –el diario Público la señalaba como la responsable de ello el día después de que el ministro de Educación anunciara su sustitución por otra asignatura–, su presidente, Jaime Urcelay, reconoce el rol desempeñado por PPE y revela algunas de las claves que hicieron posible tal victoria de la libertad de educación... auqnue, asegura, los profesionales no bajarán la guardia. 
  
- ¿Cuál es la valoración desde Profesionales por la Ética del anuncio de la supresión por el Gobierno de Rajoy de Educación para la Ciudadanía? 
  
- El anuncio del ministro de Educación ante el Congreso de los Diputados nos parece claramente satisfactorio. Es, en definitiva, por lo que hemos estado luchando, codo a codo con los padres objetores y otras organizaciones de la sociedad civil, desde hace cinco años. 
  
A pesar de que la postura del PP en algunas Comunidades Autónomas ha sido ambigua o tibia en relación con EpC y la objeción de conciencia, la dirección de este partido tenía el tema suficientemente claro –como se demostró en el programa electoral– y ahora el ministerio ha actuado con agilidad. La explicación que Wert dio ante el Congreso de los Diputados de las razones por las que EpC va a ser suprimida, fue también impecable. Sin renunciar a nuestra actitud crítica con el PP o con el Gobierno, no pueden dolernos prendas en reconocer lo que se hace bien. 
  
- ¿Saben ya cómo va a ser la nueva asignatura de Educación Cívica y Constitucional? ¿Están de acuerdo con su creación? 
  
- Sólo sabemos lo que el ministro dijo en su comparecencia del martes pasado. El planteamiento, por lo menos sobre el papel, parece correcto, aunque evidentemente estaremos atentos a cómo se concreta. 
  
Otro debate es si los contenidos a los que hizo referencia, que coinciden básicamente con los de la Recomendación del Consejo de Europa, justifican una asignatura o si pueden incorporarse a los temarios de otras y de esta manera liberar horas para las materias fundamentales. En todo caso, creo que es una cuestión hasta cierto punto menor y, desde luego, muy discutible. En los países de nuestro entorno europeo existen muy distintas soluciones. 
  
- ¿Cuáles han sido a su juicio los factores clave para el éxito conseguido con la eliminación de Educación para la Ciudadanía? 
  
- Esta importantísima victoria de la libertad de educación es el resultado de muchos esfuerzos convergentes, ninguno de los cuales puede minusvalorarse. 
  
Ha sido una batalla larga y difícil que se ha librado en diferentes frentes y que probablemente ha tenido dos claves fundamentales: el protagonismo directo de los padres de familia y la tenacidad a la hora de sostener un pulso al Estado que se parecía mucho a la lucha de David frente a Goliat. 
  
Ha sido una extraordinaria aventura de coraje cívico, de verdadera responsabilidad social, desarrollada por miles de padres comprometidos con su conciencia, con la educación de sus hijos y con la libertad de todos. A lo largo de cinco años, estos padres –y sus hijos– han escrito páginas de verdadero heroísmo, como de manera muy emocionante acaba de destacar esa mujer valiente que es Isabel Bazo –expresidenta de la CECE– en un artículo precioso que ha titulado "Aquellos muchachos". 
  
No sería justo dejar de mencionar, además, el papel decisivo que para este éxito ha tenido una nueva generación de medios de comunicación –ReL, de manera destacada, entre ellos– que están renovando completamente la creación de opinión pública en España. 
  
- Y, en concreto, ¿cuál es su balance de la contribución de Profesionales por la Ética? 
  
- El diario Público, que es posiblemente la voz mediática del "zapaterismo" más beligerante, nos señalaba el otro día poco menos que como responsables del final de EpC. Está claro que no es para tanto, pero sí es verdad que hemos conseguido sostener hasta el final, frente al cansancio o las llamadas al abandono, nuestro compromiso inicial con la causa de los padres objetores a EpC. Tal vez por eso y por estar desafiando frontalmente a lo que Llano llamaría la "tecnoestructura" dominante, no es casualidad que precisamente el mismo día en que se anunciaba el final de EpC hayamos sido objeto, junto con otras iniciativas cívicas de gran impacto social y cultural, de una salvaje y disparatada campaña de difamación a través de internet, que ha superado todo lo tolerable y va a tener por nuestra parte una respuesta contundente en los tribunales. En nuestro ADN como asociación está la convicción de que es una sociedad civil consciente y activa la que, desde la autonomía y la responsabilidad, está llamada a revitalizar nuestra comunidad política para que la dignidad inviolable de la persona se convierta en el eje central. Por eso nuestra contribución a la batalla de EpC ha querido ser la de proporcionar –junto con otros y sin exclusivismos– orientación, impulso y vertebración al movimiento objetor, desde un profundo respeto a la libertad de todos que jamás se ha visto desmentido. 
  
Con este enfoque desde la subsidiariedad, la verdad es que hemos hecho de todo: asesoramiento a padres y plataformas, formación, información a las familias y los centros, acción en los medios de comunicación, lobby político, articulación de demandas judiciales en España y en Estrasburgo, presencia en foros internacionales… Pero, por encima de cualquier otra cosa, la principal preocupación a lo largo de este tiempo ha sido el acompañamiento humano a muchos padres que, por ser coherentes con su conciencia y su responsabilidad de primeros educadores de sus hijos, se han encontrado en situaciones difíciles y desagradables. 
  
Por nuestra parte probablemente no todo se ha hecho bien y tampoco han faltado incomprensiones –algunas extraordinariamente dolorosas y hostiles– a lo largo del camino, pero ahora miro atrás y la verdad es que todos los esfuerzos y sacrificios de nuestro equipo, que es lo más valioso que tenemos, han merecido sobradamente la pena. Creo que desde la gratitud a Dios y a muchas personas buenas, con toda sencillez y también con legítimo orgullo, hoy podemos decir aquello de ¡misión cumplida! 
  

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