Editorial de Alba (n.º 312, pág. 2).
La masonería en España ha tenido un poder limitado por el escaso número de sus adeptos –apenas un puñado salvo en los tiempos de los dos periodos republicanos, cuando presentarse como masón daba una pátina de modernidad necesaria para el negocio de la cosa pública–. Pero no sólo la escasa cantidad ha jugado en su contra. La pobre calidad de los masones patrios también ha impedido que la masonería haya triunfado en la España católica como lo que es en los países anglosajones y en Francia: el gran negocio gnóstico de tráfico de influencias. Sobre esta escasez de calidad habla a gritos la posibilidad de que el actual presidente del Gobierno y al menos media docena de sus ministros sean masones.
Sin embargo, sí que se puede hablar de un cierto éxito de la masonería cuando desde hace una década el socialismo abraza sin rubor la práctica totalidad de las propuestas masónicas sobre la promoción del laicismo (excluyente, antirreligioso y anticlerical) y sobre el control de las conciencias en las aulas, al margen del ideario de cada centro y conculcando el derecho indelegable de los padres a elegir la educación que prefieran para sus hijos.
No quiere decir lo anterior que la propuesta para la creación de una conciencia sociopolítica adaptada a los ideales socialistas (y en la que cualquier crítico es tachado de intolerante) haya nacido en el seno de una logia entre mandiles, martillos, compases, escuadras y gestos secretos de reconocimiento, sino que no ha hecho falta una reunión de masones para que el socialismo del siglo XXI, relativista y liberticida, ayuno de dogmas propios, haya adoptado como suyas las ideas masónicas y quiera imponerlas en las aulas.
Entre las pruebas de lo expuesto se pueden citar las políticas activas de prohibición de la educación diferenciada, la búsqueda de un igualitarismo de tabla rasa, la negación del ideario propio de los centros concertados, la exclusión de la religión católica y de sus necesarios símbolos de la vida pública o la confección de una asignatura doctrinaria como Educación para la Ciudadanía.
El desastre socialista que reflejan las encuestas de intención de voto es un motivo de esperanza, pero también de preocupación. Todavía queda al menos un año de talante o, lo que es lo mismo, un año para estar muy atentos a cualquier intento del Gobierno socialista de educar a nuestros hijos en ideas de mandil, escuadra y compás.
Fuente: Alba (n.º 312, pág. 2).
No estoy yo tan seguro de que el socialismo, defenestrado y sin ideas, haya sido quién haya tomado prestados los postulados masónicos para no desaparecer por inanición ideológica. Podría ser al revés, que la masonaría tenga (a nivel europeo y mundial) mucho más poder del que parece y haya conseguido infiltrarse lo suficiente como para aupar gobiernos al poder y hacer valer a través de ellos su filosofía. Al fin y al cabo, en España parece que en apariencia cuenta poco, pero, ¿quién está detrás del intento de retirada de las raíces cristianas de la Unión Europea y de su fallida "Constitucion" sin mención al cristianismo, tan precipitadamente propuesta a voto por Zapatero, votada por los españoles sin saber muy bien lo que votaban y que luego desechada hasta por los más laicos países europeos? ¿Acaso no es un Gran Maestre masónico francés, el mismo que destrozó el Louvre con su anacrónica pirámide de cristal? Creo que no es descabellado lo que digo. Como mínimo, es para pensarlo.
ResponderEliminarJosé Sáez.