martes, 22 de febrero de 2011

¿Rubalcaba? No, gracias

Por Vicente Morro López, Secretario de FCAPA-Valencia. 

A pesar del título, quiero que este artículo no hable de política. Mi propósito es hablar de educación, que es tanto o más importante que la política. Cosa distinta sería hablar de Política, con mayúscula, pero me temo que los políticos ‘realmente existentes’ han acabado con ese noble arte transformándolo en una simple técnica para mentir y manipular. Perdóname, querido lector, si el título te ha hecho creer que ibas a encontrar otra cosa, pero me comprometo a no defraudarte.
 
La mayoría de las personas, y también las sociedades en conjunto, solemos tener problemas con el manejo del tiempo, de los tiempos. A menudo el pasado nos pesa, nos lastra. El futuro nos preocupa. El presente, casi siempre, nos agobia y, además, se nos transforma enseguida en pasado ya que fluye a una velocidad increíble y se nos escapa entre las manos. La tensión de la vivencia del tiempo presente, el miedo en ocasiones, que es la base de tantas alienaciones, huidas, desesperaciones, nos aleja del sabio consejo clásico: Carpe diem.
 
En la España de hoy tenemos, además de los problemas indicados, uno específico: nuestro futuro está en el pasado, en el más negro y triste pasado. El futuro de nuestro Gobierno, y también el presente, se encuentra en el pasado. Un pasado ya rancio, viejo. Además de un presente mendaz, ¿qué es el señor Rubalcaba: un pasado repleto de agujeros negros, un futuro ocupado en tapar y manipular? GAL, manipulación –como mínimo– del 11-M, caso Faisán. Cuestiones gravísimas. Con todo, puede que el mayor daño que haya hecho a España haya sido su participación en la creación de lo que denomino el complejo LODE-LOGSE-LOE. Pero, pido perdón, había dicho que quería hablar de educación.
 
Ya recordé hace tiempo, en estas mismas páginas, que Rubalcaba intervino directamente durante casi once años en la gestión de la educación. Ocupó diversos cargos, entre ellos los dos de máxima responsabilidad –en todos los sentidos del término–. Fue Secretario de Estado de Educación desde el 29 de julio de 1988 hasta el 23 de junio de 1992, momento en que fue nombrado ministro de Educación y Ciencia, cargo que ocupó hasta el 13 de julio de 1993. Estos fueron los momentos cruciales del diseño e implantación del sistema, en el que había ya participado colaborando en la redacción del famoso Libro Blanco. No es pequeña ironía que tal Libro Blanco haya generado un presente, y un futuro, tan negro para nuestro sistema educativo.
 
Una de las señas de identidad del sistema en cuyo diseño participó nuestro presente Vicepresidente, y futuro ya veremos qué, es la introducción del adoctrinamiento ideológico directo y obsesivo en la enseñanza española. Este empeño culminó con la implantación de la asignatura de “Educación para la Ciudadanía”, impuesta por la vigente Ley Orgánica de Educación. Un paso más se ha dado con las previsiones de la nueva legislación del aborto tendentes a imponer la errónea visión antropológica de la ideología de género en la sanidad y la educación españolas. Precisamente, celebrando el vigésimo quinto aniversario de la aprobación de la LODE, el señor Rubalcaba se atrevió a decir que “en España no se pueden acometer acciones de ingeniería social”. El sistema por ellos diseñado nos ha llevado a la socialización de la ignorancia, del conformismo y de la sumisión; al fomento deliberado de la desvinculación de las propias responsabilidades personales y al abandono de la cultura del esfuerzo; al desprestigio del trabajo como mérito personal o de la excelencia como objetivo.
 
El futuro de nuestra educación, si no somos capaces de cambiar las cosas radicalmente, va a quedar lastrado durante muchas generaciones por el pasado, ideológico y radical, y el presente, ineficaz y fracasado, del proyecto puesto en marcha por el señor Rubalcaba y sus correligionarios. Presente, pasado, futuro. Adoctrinamiento, manipulación, engaño. El pasado que vuelve para instalarse en nuestro futuro lo vemos, además, en el caso del Tribunal Constitucional. Pascual Sala, que acaba de asumir la presidencia de la ‘sala de todas las salas’, dio forma jurídica hace años, con su actuación para evitar una supuesta estigmatización del entonces presidente González, a aquella visión de Orwell de que “unos son más iguales que otros”. Por cierto, ¡cuánto trabajo tendrían hoy en día Orwell y Huxley con nuestros gobernantes y con la ideología dominante burguesa, políticamente correcta y de género! Todos los vicios que ellos denunciaron en sus ya clásicas obras –1984, Rebelión en la granja o Un mundo feliz– encuentran hoy acomodo en buena parte de nuestra clase política: la manipulación del lenguaje, el adoctrinamiento ideológico, la utilización de la educación como herramienta, la omnipresencia del Big Brother hasta en los ámbitos más íntimos de la vida, la transformación y reinterpretación del pasado, el recorte de todas las libertades, la manipulación genética, el desprecio de todo lo auténticamente humano, la sumisión al poder absoluto. Al final, miedo –más bien pánico– a la libertad.
 
No hay que desesperar. La educación tiene arreglo, por supuesto. Se trata de partir de cero y construir sobre bases nuevas, eliminando viejos dogmas y paradigmas, abriendo las puertas y las ventanas de este mundo para que entre un soplo de aire nuevo y de libertad. Dar mayor protagonismo a las familias y menos a los pedagogos. Dar mayor libertad a los centros y a sus titulares y recortar el intervencionismo de la Administración. Equilibrar la financiación para todos los centros escolares y optimizar las inversiones.
 
Al final, quizá me ha salido el artículo demasiado político, ¿por qué será?

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