Por Rafael Miner.
Es frecuente que revistas femeninas y articulistas citen con frecuencia autores como Simone de Beauvoir o Sigmund Freud, que han inspirado la asignatura obligatoria Educación para la Ciudadanía en España. ¿Inconscientemente o no?
Algunas directoras de revistas en teoría para chicas jóvenes y menos jóvenes, y colaboradores de medios informativos, acostumbran a citar con frecuencia alguna frase de Simone de Beauvoir, y desconozco lógicamente el motivo. ¿Quizá para alardear de intelectualidad? ¿Son feministas radicales al estilo de la compañera de Jean Paul Sartre? ¿Comparten las tesis y el modo de vivir la sexualidad que tenía la autora de 'El segundo sexo'? ¿Quieren inocular en las niñas (y niños) las mismas ideas que enarbolaba y practicaba Simone de Beauvoir, es decir, guerra de sexos, la mujer no nace (desprecio a la naturaleza), sino que se hace?
La citada obra "se publicó por primera vez en 1949 y a principios de los setenta se convirtió en una pieza fundamental del nuevo pensamiento feminista. Las teóricas de distintas tendencias (Betty Friedan, Kate Millet, Shulamith Firestone, Juliet Mitchell, Germaine Greer y muchas más) le dedicaron sus trabajos, la visitaron en París, la entrevistaron. También en Francia las jóvenes feministas se le acercaron, pidiéndole apoyo para la causa. Simone de Beauvoir se comprometió en la lucha por la legalización del aborto, estableció una sección feminista en Les Temps Modernes y colaboró en la publicación de la revista Questions Feministes. Poco después, varias investigaciones biográficas exhibirían implacables las vulnerabilidades y mezquindades de esta celebridad e iniciarían la desmitificación de su figura. Así, detrás de su semblante impasible se vio a una mujer egoísta, débil y ambiciosa que se sometía a Sartre al mismo tiempo que seducía a varias de sus discípulas" (El País, enero de 2008).
En efecto, "Después de la facultad se trasladó a Marsella y se casó con Sartre. Simone, sin embargo, se siente atraída por algunas alumnas suyas, como Olga Kosakiewitcz o Bianca Lamblin, con quien tiene relaciones homosexuales. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, la pareja Sartre-Beauvoir se trasladó a París", afirma una biografía suya recogida por la Universidad pública Rovira i Virgili, de Tarragona.
"'La invitada' fue publicada en 1943 –prosigue el texto–. En ella se describe, a través de personajes imaginarios, la relación entre Sartre, Olga y ella misma, desarrollando al mismo tiempo su reflexión filosófica sobre la lucha entre la conciencia y la posibilidad de reciprocidad. El éxito fue inmediato. En 1943 fue suspendida como profesora en respuesta a una denuncia por "corrupción y abuso de menores", presentada en diciembre de 1941 por la madre de Nathalie Sorokine".
No pueden extrañar estas conductas cuando la anteriormente citada, Kate Miller, postulaba las relaciones abiertas entre adultos y menores, la propia Simone proporcionaba jóvenes alumnas a Sartre, y otras autoras mencionadas anteriormente "teorizaban la emancipación sexual de la infancia", y la supresión de las diferencias entre los sexos.
La construcción de la ideología feminista radical tuvo su origen en la revolución del 68, y el sustrato ideológico de la ideología de género –la sexualidad es una construcción social, defienden–, baña la asignatura Educación para la Ciudadanía que el Gobierno de Rodriguez Zapatero ha querido imponer a toda costa. Su principal inspirador político ha sido, como se ha comprobado fehacientemente, Gregorio Peces Barba, tal como explica Jesús Trillo-Figueroa en su excelente libro 'Una tentación totalitaria. Educación para la Ciudadanía'.
Al escribir estas líneas, me sigue sorprendiendo que se mitifique y se cite –inconscientemente o no–, a Simone de Beauvoir, como hizo la revista 'Yo Dona' el otro día –familias, sepan ustedes qué compran y a quién leen–. Lo mismo sucede con la mitificación de Sigmund Freud, para quien toda la realidad está gobernada por la realidad sexual, y la persona es un ser puramente biológico dominado por la libido, expresión del instinto sexual. Pansexualismo, como bien explica el abogado Trillo, que justifica en Freud una concepción de la sociedad como la antítesis de la libertad y de la felicidad, puesto que la cultura se basa en la posibilidad de represión de los instintos. ¿Quieren más Freud y Beauvoir para sus hijos en la escuela obligatoria española?
Fuente: Blogs de Intereconomía.
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