domingo, 29 de abril de 2012

La lucha de los padres por la libertad educativa

En el marco del IV Congreso Mundial de Familias, el presidente de Profesionales por la Ética, Jaime Urcelay, intervendrá en el seminario La lucha de los padres por la libertad educativa, en el que participarán también Peter LaBarbera (Presidente) (EE.UU) / Alfonso Aparicio (España) / Anne Coffinier (Francia) y William Jeynes (EE.UU).
  
Con motivo de este acontecimiento, Jaime Urcelay ha contestado a estas preguntas:
  
1.¿Cree que las familias son conscientes de su protagonismo en la educación de sus hijos frente a las imposiciones estatales e ideológicas?
  
La responsabilidad de la educación de los hijos es una prolongación de la paternidad física y como tal tiene mucho de inclinación natural, podríamos decir de “instinto espontáneo”. La tarea educativa va estrechamente unida al amor que sentimos hacia nuestros hijos, al deseo de darles lo que necesitan para su felicidad. La educación de los hijos representa la continuidad del servicio de los padres a la vida.
  
A partir de este suelo común, que con toda naturalidad se vive en la inmensa mayoría de las familias, el nivel de conciencia del protagonismo de los padres en la educación de sus hijos varía mucho, especialmente a partir de esa etapa compleja que es la adolescencia.
  
Es cierto que las circunstancias ambientales son cada vez más difíciles y hostiles para la tarea de educar en la familia, que, muchas veces, ni siquiera existe como tal. Esto ha podido provocar en muchos padres actitudes de desidia o una sensación de impotencia, que les ha llevado a abdicar de su tarea educativa y, consiguientemente, a someterse de manera pasiva al ambiente dominante y a las imposiciones estatales e ideológicas. Evidentemente, en otros muchos padres descubrimos un compromiso ejemplar ¡heroico! con la educación de sus hijos.
  
Otro factor que juega en contra del protagonismo de muchos padres en la educación de sus hijos es la mentalidad estatalista que impregna la cultura y las leyes españolas desde la revolución liberal del XIX. Hemos delegado buena parte de nuestra responsabilidad como personas y como cuerpo social en el Estado. Esta realidad es especialmente demoledora cuando afecta al ámbito de la educación, pero muchos la aceptan como “normal”. Si además el Estado, aun en un contexto democrático, olvida su deber de neutralidad e impone una ideología como descaradamente ha ocurrido en la etapa de Zapatero, el resultado para nuestra libertad es demoledor.
  
2. ¿En qué situación diría Vd. que se encuentra la libertad educativa en su país actualmente?
  
En España existe, a mi juicio, una situación de injerencia permanente e institucionalizada del Estado en la educación. Por razones históricas e ideológicas, arrastramos una anomalía cuya justificación racional resulta muy difícil en una sociedad moderna. El Estado se ha arrogado un papel educativo que no le corresponde y esto significa, como antes decía, una grave merma de la libertad personal y social. La educación es una responsabilidad que corresponde primariamente a la propia sociedad y tan sólo en lo que ésta  no sea capaz de alcanzar por si misma, el Estado puede intervenir para asegurar el bien común y la solidaridad. Es decir, en este ámbito debe también regir el principio de subsidiariedad, que es la mejor garantía de la libertad y de la responsabilidad de las personas en una comunidad políticamente organizada. En términos prácticos, al Estado sólo le tocaría, en lo que a la educación se refiere, poner los medios para que la instrucción esté al alcance de todos, con criterios de equidad, y asegurar unos niveles de calidad adecuados en el sistema educativo. Todo lo demás es algo que nos corresponde a nosotros, a los ciudadanos, a las familias y a la libre iniciativa social.
  
Es patente, por lo tanto, que más allá del reconocimiento retórico del  artículo 27 de la Constitución Española, la libertad de educación en España es una asignatura pendiente fundamental en la que es necesario avanzar. En este sentido considero líneas prioritarias y urgentes la remoción de obstáculos para la libre elección por las familias de centro educativo, la plena autonomía de los centros de iniciativa social para desarrollar sus propios proyectos pedagógicos de acuerdo con su ideario, la descarga de ideología en algunas materias curriculares obligatorias el caso paradigmático, pero no el único, es Educación para la Ciudadanía, la dignidad académica de la asignatura de Religión libremente elegida por los padres, la solución real de la financiación de los centros educativos en un marco de libertad –que creo pasa por la fórmula, impecablemente democrática, del cheque escolar, etc.
  
Y, si se me permite, hablar de libertad educativa en sentido integral exige también hablar de libertad y protección para las familias como primer espacio para la educación. Y también en ese terreno en España queda mucho por hacer… 
  

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