Los educadores temen que un aumento de niños por clase eleve el riesgo de accidente.
En la etapa de guardería, los niños necesitan más cuidados y atenciones - Foto: Gtres |
31 Marzo 12 - Erik Montalbán
Madrid.- No hay cosa en el mundo que preocupe más a un padre o a una madre que la seguridad de sus hijos, sobre todo cuando están fuera de casa y no pueden ser ellos los que velen por la protección de los menores. Por este motivo, las noticias de dos niños fallecidos esta misma semana en Navarra y Cataluña en dos guarderías (uno de ellos atrapado entre los barrotes de un vallado y el otro al atragantarse mientras comía fruta) no contribuye precisamente a tranquilizar a los padres respecto a la seguridad de sus hijos en los centros infantiles.
No obstante, la principal preocupación tanto de éstos como de los educadores no radica en la seguridad de las instalaciones, que salvo excepciones, es buena en la inmensa mayoría de los centros, tanto públicos como privados. La clave está en la ratio: es decir, el número de alumnos por cada clase.
Inmersas como están las administraciones públicas en una oleada sin freno de recortes que permitan alcanzar los objetivos marcados de déficit, ninguna partida se salva de la tijera, incluida la educación, que consume casi cinco de cada cien euros del Producto Interior Bruto de nuestro país, o lo que es lo mismo, algo más de 50.000 millones de euros anuales. En este sentido, las comunidades autónomas y los ayuntamientos ven en la posibilidad de aumentar los niños por aula la solución para cuadrar sus cuentas.
En el caso de las regiones han comenzado ya a escucharse voces a favor de elevar la ratio en los grupos de 3 años de 20 a 25 niños, cifra que ya se elevó hace tan sólo cuatro años, por ejemplo en la Comunidad de Madrid, de 16 a 20. De hecho, el pasado mes de noviembre, el sector de la educación infantil se sumó por primera vez a una huelga de la enseñanza pública en esta comunidad para protestar contra los recortes, además de curarse en salud contra una posible próxima modificación, de nuevo al alza, de la ratio.
«Es una locura que quieran meter a más niños en cada clase, ya son muchos. Se trata de una etapa educatia en la que necesitan muchos más cuidados y atenciones, hay que estar encima de ellos constantemente, y para eso hacen falta educadores y personal de apoyo», se queja Laura, maestra de educación infantil de una escuela pública madrileña.
Madrid.- No hay cosa en el mundo que preocupe más a un padre o a una madre que la seguridad de sus hijos, sobre todo cuando están fuera de casa y no pueden ser ellos los que velen por la protección de los menores. Por este motivo, las noticias de dos niños fallecidos esta misma semana en Navarra y Cataluña en dos guarderías (uno de ellos atrapado entre los barrotes de un vallado y el otro al atragantarse mientras comía fruta) no contribuye precisamente a tranquilizar a los padres respecto a la seguridad de sus hijos en los centros infantiles.
No obstante, la principal preocupación tanto de éstos como de los educadores no radica en la seguridad de las instalaciones, que salvo excepciones, es buena en la inmensa mayoría de los centros, tanto públicos como privados. La clave está en la ratio: es decir, el número de alumnos por cada clase.
Inmersas como están las administraciones públicas en una oleada sin freno de recortes que permitan alcanzar los objetivos marcados de déficit, ninguna partida se salva de la tijera, incluida la educación, que consume casi cinco de cada cien euros del Producto Interior Bruto de nuestro país, o lo que es lo mismo, algo más de 50.000 millones de euros anuales. En este sentido, las comunidades autónomas y los ayuntamientos ven en la posibilidad de aumentar los niños por aula la solución para cuadrar sus cuentas.
En el caso de las regiones han comenzado ya a escucharse voces a favor de elevar la ratio en los grupos de 3 años de 20 a 25 niños, cifra que ya se elevó hace tan sólo cuatro años, por ejemplo en la Comunidad de Madrid, de 16 a 20. De hecho, el pasado mes de noviembre, el sector de la educación infantil se sumó por primera vez a una huelga de la enseñanza pública en esta comunidad para protestar contra los recortes, además de curarse en salud contra una posible próxima modificación, de nuevo al alza, de la ratio.
«Es una locura que quieran meter a más niños en cada clase, ya son muchos. Se trata de una etapa educatia en la que necesitan muchos más cuidados y atenciones, hay que estar encima de ellos constantemente, y para eso hacen falta educadores y personal de apoyo», se queja Laura, maestra de educación infantil de una escuela pública madrileña.
Aunque en España la media de alumnos por profesor en Educación Infantil
es de 12,1 –dos puntos por debajo de la OCDE y prácticamente al mismo
nivel que la Unión Europea–, el hecho de que se esté planteando un
incremento de la ratio ha puesto en guardia a los docentes. «Si en lugar
de 20, tengo que atender a 25 niños de 3 años, vigilarlos en el patio,
en la comida y en clase, es evidente que podré dedicar menos atención a
cada uno y eso incrementa el riesgo de un accidente o un
atragantamiento», alerta la maestra. «Se trata de edades en las que los
niños aún no saben comer o masticar bien solos y es preciso estar muy
encima de ellos». Para el que fuera Defensor de la Comunidad de Madrid,
Javier Urra, la legislación que rodea a estos centros es muy estricta,
por lo que los accidentes relacionados con deficiecias en las
instalaciones son muy escasos. No obstante, avisa de que un aumento en
la ratio puede suponer una merma en la seguridad. «Hay unos límites que
no deben superarse. Cuantos más educadores y personal de apoyo haya, más
seguros estarán los niños y mejor educación recibirán», apunta. «Los
primeros años son los esenciales en la vida. Ahí está la base del
desarrollo y hay que invertir tanto como en la Universidad», dice Urra.
Quejas de educadores
De momento, son ya varios los ayuntamientos –Barcelona, Lleida o Sevilla, entre otros– que han aumentado el número de niños por grupo y reducido, además el personal de apoyo, lo que desatado las quejas de eduadores y padres. Así, en la capital catalana, un solo educador deberá atender a 40 niños de 3 años en la hora de la comida, al sólo haber una persona de apoyo por cada dos grupos.
Esta circunstancia sin duda eleva el riesgo potencial de que puedan suceder accidentes como el de Castelldefels, el pasado miércoles, cuando un bebé de un año murió atragantado con un trozo de fruta mientras desayunaba.
Ludotecas, ¿menos control?
Según el actual Defensor del Menor de Madrid, Arturo Canalda, son las
ludotecas los centros que concentran el mayor número de quejas y de
problemas, pues no están supervisadas por las autonomías, como las
guarderías y las escuelas infantiles. «Sólo requieren una licencia
municipal de actividad, y muchas veces las instalaciones no son las más
adecuadas, pues no todos los ayuntamientos son igual de exigentes en los
criterios que piden». Respecto al posible aumento de la ratio, Canalda
reconoce que los niños, cuanto más pequeños, más atención precisan.
Fuente: La Razón.
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