domingo, 4 de marzo de 2012

Educación para el totalitarismo

Por Luis María Anson, de la Real Academia Española. 
  
"En 1917, otra revolución, en Rusia, derrocó a los zares, devolvió al pueblo el poder e instauró un régimen de igualdad y libertades colectivas que se llamó socialismo”. “Bajo el gobierno sandinista, en Nicaragua se dio lo más parecido a una democracia que se había podido contemplar jamás”. “Increíbles las mentiras con que la prensa y los medios de comunicación españoles y europeos han informado sobre la revolución bolivariana de Venezuela”. “El comunismo es cosa de gente sensata y moderada. Lo que reclama es un poco de tranquilidad, lo que convierte al socialismo y al comunismo en la única solución posible para la Humanidad”. 
  
Estas cuatro perlas las he desgranado del collar de adoctrinamiento que rodea los textos de Educación para la Ciudadanía, sobre todo los publicados por Ediciones Serbal, por Akal, por Santillana y por Octaedro. Con la coartada de algunos autores ilustres que se prestaron a la maniobra, la asignatura perpetrada por José Luis Rodríguez Zapatero y sus cómplices era idéntica, pero al revés, que la Formación del Espíritu Nacional de Francisco Franco, el dictador emergido de la guerra incivil española. En ambos casos, de lo que se trataba era de preparar a los adolescentes para que se sumaran en el futuro a una doctrina política concreta. En algunos textos de Educación para la Ciudadanía se ha llegado a debelar, incluso, a Felipe González, el gran hombre de Estado del siglo XX como Cánovas del Castillo lo fue del XIX. Recordé en ocasión no muy lejana, que, según Educación para la Ciudadanía, “los capitalistas” convirtieron a González en “un gigante electoral”, ya que “era el único sobre el que había garantías de que si era votado masivamente por la izquierda, aplicaría sin escrúpulo un programa de derechas”. Y todo porque Felipe González, al profundizar en la democracia, renunció públicamente al marxismo en el Congreso celebrado tras la derrota socialista de 1979. 
  
Cerca de 30.000 colegios no han tenido otro remedio que enseñar a los niños esta doctrina de tintes comunistas, “instrumento de pensamiento único”. La tentación totalitaria, sobre la que escribió Raymond Aron, continúa amenazando todavía a las sociedades democráticas. Frente a la tropelía de la asignatura zapatética se han producido 55.000 objeciones. El Gobierno Zapatero se las pasó por el arco del triunfo como hizo con las firmas de los 3.000.000 de padres de familia que exigían el estudio de la religión en las escuelas cuando fue sustituido por el parchís. Varios centenares de demandas contra el Estado español se estudian ahora en el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Y un sector de la clase política, de sólito tan mansurrona y lanar, había emprendido acciones concretas para extirpar del sistema docente español el tumor de Educación para la Ciudadanía.
  
La victoria democrática del Partido Popular ha permitido al mundo de la moderación y la concordia apagar los fuegos del totalitarismo educativo que ardían ya en una parte sustancial de la educación española. La trampa había quedado al descubierto casi desde el principio. Fuimos muchos los que la denunciamos. Era necesario, sin embargo, despojar de la máscara a los autores de la tropelía y a sus encubridores. Y sustituir la asignatura de adoctrinamiento totalitario por otra de educación constitucional y cívica. Así se ha hecho y hay que felicitar al ministro Wert por su rápida decisión. 
  
Fuente: El Cultural.

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