Docentes y expertos de la Universitat de València alertan de que el abuso de las redes sociales afecta al rendimiento en clase.
27.03.12 - B. LLEDÓ | VALENCIA
Raúl cursa cuarto de la ESO en un instituto valenciano.
Hasta ahora nunca había sacado malas notas. Hace unos meses comenzó a
faltar a clase cada vez con mayor frecuencia. En la segunda evaluación
ha suspendido todas las asignaturas. El psicólogo del centro averiguó
que el adolescente sufre una fuerte adicción a una red social. Tanta que
cada mañana sale de casa con la mochila a hombros, espera en los
alrededores a que sus padres se marchen a trabajar y vuelve a entrar
para ponerse frente a su ordenador.
Docentes, padres y expertos de la Universitat de València
(UV) detectan que el absentismo y el fracaso escolar por el uso
excesivo de internet es cada vez más frecuente en las aulas de la
Comunitat. «Tenemos alumnos que literalmente se duermen en clase porque
se han quedado chateando o jugando a videojuegos online hasta tarde.
Algunos incluso vienen sin desayunar porque se levantan con el tiempo
justo», alerta el presidente de la Asociación Católica de Maestros de
Valencia, Federico Mulet.
El docente asegura que este abuso de las redes sociales
es «una realidad» y estima que en la mayoría de aulas hay alumnos «con
distintos grados de adicción a internet». Consultan sus cuentas de
Twitter, Facebook y Tuenti cada minuto y cuelgan fotos y mensajes
continuamente. Tal y como destaca Mulet, también empiezan a ser adictos
al 'whatsapp', una aplicación que permite mandar mensajes gratis.
Fuentes del área de Educación del sindicato independiente
CSIF destacan que es un «problema real». Aunque no se trata de una
situación generaliza sí afloran cada vez más casos. «Algunos estudiantes
llegan una o dos horas tarde a clase o incluso faltan días enteros
porque han pasado la noche conectados y por la mañana están destrozados.
Eso, sumado a que dedican menos tiempo a estudiar, repercute en el
rendimiento en clase».
El profesor de la Facultad de Psicología Básica de la
Universitat de València (UV), Mariano Chóliz, matiza que internet «es
una herramienta tecnológica que favorece las relaciones interpersonales.
Pero en los casos de abuso puede suponer un problema y concretamente en
los menores de edad afecta a su vida cotidiana y al rendimiento
escolar».
Los jóvenes enganchados a la pantalla del ordenador son
incapaces de dejar de utilizarlo y cuando no pueden hacer uso de él o
falla la conexión «muestran un malestar intenso», detalla el experto de
la UV. Ese es uno de los síntomas. Cada vez necesitan estar más tiempo
conectados y «dejan de realizar actividades que antes les gustaba, como
practicar deporte u otras formas de ocio. También puede verse afectado
el patrón del sueño», enumera Chóliz, que recomienda que el ordenador se
utilice en un sitio común de la casa (no en la habitación del joven) y
que se establezca un uso controlado del mismo, al igual que se hace con
otras actividades cotidianas.
El caso más temprano de adicción detectado por el
profesor de Psicología tenía 13 años. Con esa misma edad, Sandra, una
alumna de tercero de ESO de un centro concertado valenciano comenzó a
aislarse, a estar triste y a sacar malas notas. Tanto sus padres como
sus profesores le preguntaban qué le ocurría y ella no sabía dar
respuesta. Finalmente, averiguaron que estaba enganchada a Tuenti.
En el Instituto Valenciano de Ludopatía tratan de cerca a
estos pacientes. «Estos jóvenes se sienten irritados cuando no están
navegando por la red y piensan todo el tiempo qué harán cuando se
conecten. Al dedicarle tanto tiempo sus relaciones familiares se
empobrecen, desatienden los estudios y eso lleva al fracaso escolar»,
explica la responsable del centro valenciano, Consuelo Tomás.
La psicóloga destaca que el acceso a internet es cada vez
más fácil a través de los móviles y esto incrementa el riesgo de abuso.
«Aunque en clase el teléfono tiene que estar apagado, hay algunos
alumnos que se lo esconden dentro de los estuches o sobre las rodillas y
chatean durante las clases», alertan fuentes docentes. Esta situación
se ha detectado incluso en clases de segundo de Bachillerato (donde la
educación ya no es obligatoria).
Los expertos auguran que los casos de adicción pueden
incrementarse. «Los móviles ya suelen incorporar conexión a internet por
lo que su consumo va en aumento», apunta Chóliz, que junto a Clara
Marco, también docente de la Universitat de València han publicado
recientemente el libro 'Adicción a Internet y redes sociales:
tratamiento psicológico.
Fuente: Las Provincias.
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